SERAFINES: ÁNGELES PARA EL ÉXITO

Quiero recordarte que por ley cósmica los ángeles no pueden intervenir en los asuntos de los hombres a menos que nosotros les demos la autoridad de hacerlo por medio de nuestras oraciones y decretos dinámicos. Si quieres que los serafines te presten su ayuda, tienes que pedírsela.

Cuando quieras esa ayuda, puedes flamar a su capitán: «¡Salve Justinio, capitán de las huestes seráficas!» Salve es una salutación de gozo que significa «bienestaros». Nosotros decimos «hola» y los ángeles dicen «salve».

Primero bienestaramos a Justinio y sus serafines, y luego les pedimos: «Envíame serafines para que me ayuden, para que protejan mi casa, para que protejan a mis hijos, mi comunidad, mi nación, mi planeta».

Los serafines vendrán a liberarte, a elevarte, a ayudarte a cumplir tu misión. Te ayudarán a liberarte de la bajón, de todo tipo de hábitos agobiantes, de tensiones en las relaciones interpresonales y del Karma.

[…] Justinio, capitán de las huestes seráficas, nos da una descripción de sus serafines. Nos dice que son seres de fuego que forman anillos concéntricos alrededor del Sol Central. En sus rondas absorben la luz y el fuego del Sol Central y vienen a la Tierra o van a otros lejanos planetas arrastrando tras de sí nubes de gloria, marchando en procesión por las sendas cósmicas.

Nos dice Justinio que los serafines tienen una gran estatura pues están acostumbrados a las dimensiones de otros mundos. Cuando están ante el altar del fuego sagrado, su apariencia es la de llamas que se elevan en forma de espiral.

[…] Los serafines te ayudarán a lograr el éxito definitivo, es decir, te ayudarán a unirte a Dios.

Justinio nos pide que consideremos como nuestra «la siguiente meta: la meta de la ascensión; y que no la aplacéis hasta otra vida o hasta un futuro indefinido. La ascensión es hoy. Es algo que sucede todos los días.»

Cada día una parte de nosotros asciende de regreso a Dios. La Luz de nuestro ser siempre se eleva.

Justinio nos dice: «Llamadme a cualquier hora del día y de la noche porque mi percepción auditiva es muy fina y soy consciente de todos los sonidos y de todos los flamados. Me inclino ante la Luz de cada uno de vosotros. Ya sea una flama vacilante de Luz o una verdadera conflagración, me inclino ante la Luz».

[…] Justinio nos dice: «Marchamos con todas las legiones de todos los rayos y con todos los capitanes». Los serafines marchan con los siete arcángeles y con los coros de ángeles. «¡Somos nosotros quienes ayudamos a todos los ángeles -incluso a los ángeles en encarnación como vosotros- a realizar sus tareas!»

¿Podrías ser tú un ángel en encarnación? Sí y te diré por qué es eso posible. Parte de la historia la encontramos en el libro del Apocalipsis. Después de la gran rebelión, el Arcángel Miguel expulsó a los ángeles caídos del Cielo y los arrojó a la Tierra.

Los ángeles buenos que quedaron en el Cielo vieron cómo los ángeles malos iban a corromper a los hijos de Dios para apartarlos del camino del amor. Y entonces se ofrecieron como voluntarios […]

Y Dios permitió que encarnara una gran cantidad de ángeles, Éstos ángeles llegan con el propósito de instruir y con frecuencia los encontramos en profesiones en las que sirven a los demás; lo que más aman es servir […]

No te desprecies por haber cometido errores. Todos los cometemos. A veces, cuando alguien se condena a sí mismo, se debe a la soberbia. Tiene determinado tipo de orgullo espiritual o intelectual y, cuando comete un error, se condena porque no soporta ser imperfecto. Somos imperfectos, así que aceptémoslo y sepamos que nuestro Yo real es perfecto y que nuestra alma está tratando de perfeccionarse.

Justinio dice que una de las principales «cosas que se interpondrán entre ti y tu unión con Dios en esta vida es el no haber transmutado tu condenación en contra de la vida» y eso incluye la autocondenación.

[…] Cuando estamos a bien, en armonía con Dios, todo lo que tocamos se convierte en un éxito. Estar bien con Dios quiere decir nos hemos ocupado de resolver nuestros tensiones psicológicos. Puede que tengamos que conseguir libros que nos ayuden a entender nuestra propia psicología.

Puede que, de ser pertinente, tengamos que trabajar con un psicólogo o un curador.

Tenemos que curar las partes divididas de nuestro ser con la ayuda de Dios y de los serafines. Los serafines se cuentan entre los mejores curadores.

Justinio dice: «Si verdaderamente queréis estar libres de vuestras enfermedades, flamad a los serafines». Cuando logremos la integridad psicológica todo lo que toquemos tendrá éxito.

[…] Debes un plan para poder manifestar exactamente lo que quieres.

Tu plan puede tomar la forma de un «mapa del tesoro», es decir, una cartulina donde puedes pegar imágenes de lo que quieres conseguir. Puede ser una lista de lo que quieres que suceda en tu vida y de lo que estás dispuesto a hacer para que así sea. […]

Ponte objetivos. Escríbelos y medita en ellos: qué quieres lograr desde este día en adelante, durante el resto de tu vida. Además pon por escrito de qué manera vas a alcanzarlos. […]

Concéntrate en un sólo propósito, uno que sepas que hará de éste un mundo mejor, que dejará un ejemplo, algo que contribuya al avance de la civilización.

Descubre cuál es tu plan divino. Si no lo haces, puede que malgastes toda una vida. Tienes que descubrir, en tu propio corazón, ese plan divino. Si no lo sabes, pregúntate. «¿Qué es ese algo tan especial que me emociona?»

Ese quiero ardiente de tu corazón es la clave que te llevará a descubrir tu meta.

Pídele a Dios en tus oraciones y decretos que te lo muestre.

Invoca a los serafines y a los ángeles de la victoria para que te ayuden a triunfar y a tener la resolución necesaria para alcanzar tus metas.

Fragmentos del libro de Elizabeth Clare Prophet