I Ching
I Ching

La filosofía “femenina” del “I Ching” y del “Tao Te Ching”

Post dedicado a los grandes textos fundacionales del taoísmo “Libro de los cambios”, el I Ching. David Hinton es uno de los traductores de poesía y filosofía china más reconocidos en lengua inglesa. Hinton ha traducido buena parte de los grandes textos fundacionales del taoísmo así como el clásico “Libro de los cambios”, el I Ching; sus traducciones se alejan de la literalidad y buscan captar esencias y reflejar instantes poéticos (provocar experiencias más que certezas académicas). Probablemente si uno quiere acercarse a estos textos de manera rigurosa y saber exactamente lo que dicen, no es el mejor enlace –existen numerosas otras versiones más fieles. Dicho eso, la prosa de Hinton fluye y tiene un especial sabor irreverente, cierto espíritu alocado, como es propio del taoísmo y de sus grandes santos excéntricos.

En una entrevista reciente Hinton explicó su visión particular del enigmático I Ching, a la vez que nos introduce al que tal vez sea el libro más antiguo que conocemos. Se atribuye el I Ching al emperador Fu Hsi (Raíz-Aliento), gobernante de un tiempo mítico, quien habría descubierto los ocho trigramas en los que se manifiesta la danza energética del universo en el caparazón de una tortuga. Fu Hsi es también la divinidad progenitora que enseñó al hombre a pescar, a cocinar y a domesticar animales. Según Hinton:

El I Ching es complicado porque fue tan temprano en el lenguaje. Fue el primer libro como tal. No queda muy claro cuáles eran sus significados originales, e incluso los significados de las palabras evolucionaron con el tiempo. Es una especie de texto madre, el lugar donde las palabras obtienen su significado, pero como es el primero, las personas no estaban seguras de qué significaban. Llegó a ser leído a través de los siglos, según estaban pensando las personas en su momento particular. Se dice que los primeros significados tenían que ver con sacrificios y cosas por el estilo, pero que evolucionó a este texto de sabiduría. Incluso en el tiempo de Lao Tzu, en el año 600 a. C. las personas lo estaban leyendo en consonancia con esta manera taoísta que te describo.

Hinton resalta la importancia y el atractivo de este texto misterioso que lo mismo es un sistema oracular que un sistema filosófico matemático del cosmos; un cosmos que es entendido como permutación, cambio perenne y por lo cual la labor del hombre (y especialmente del arquetipo de gobernante al que está dirigido) es armonizar con los ritmos de la naturaleza. Es especialmente relevante en nuestra época en la que resurgen por quieras las ideas de pertenencia e interdependencia con la naturaleza:

El I Ching tiene una visión del mundo profundamente ecológica. En Occidente, los humanos son percibidos como separados del resto de la existencia –[esta visión] señala que estamos hechos de espíritus, de una materia distinta al resto de la tierra.

El I Ching siempre mantiene una forma universal, y te deja pensar en tu vida y cómo seguir adelante. La adivinación asume que existe alguien controlando tu destino, y que puedes acceder a eso [a través de ciertas técnicas], pero el I Ching asume que tú eres parte de ese proceso de cambio; todo lo que hace es decirte dónde estás en ese cambio, y cómo pensar la situación de manera integral.

Es una idea del cosmos muy diferente; siempre está transformándose. En Occidente se dice que Dios creó todo y lo controla –eso es algo un poco masculino– y esto es algo un poco más femenino, todo está creciendo desde dentro. Así que en realidad estás diciendo: ¿Cómo están creciendo las cosas, y cómo debo pensar en ellas?

Evidentemente el I Ching no es un texto feminista, no alaba a la diosa por sobre todas las cosas. Es esencialmente un texto de equilibrio entre el yin y el yang, entre lo femenino y lo masculino, los dos polos de una danza eterna de transformación. Sin embargo ante el desequilibrio que hemos vivido por siglos en Occidente nos parece inclinado hacia una fuerza femenina y en esto no hay mella puesto que cumple una función necesaria y nos acerca a una religión de la naturaleza y no a una visión de la divinidad como un duro patriarca –algo pertinente en una actualidad donde la naturaleza ha sido víctima de una funesta explotación. Asimismo lo que rescata Hinton es este aspecto de fluidez, ligereza y aceptación del curso de las cosas, este hacer vacío, este surtidor (raíz, vientre) que asociamos con lo femenino y que caracteriza a la filosofía taoísta.

Son muchos los paralelos que existen entre la filosofía que se esboza en el I Ching (una vez que se logra dar cohesión a su enigma mutante) y la que presenta el taoísmo (la tradición que mejor se apropió de este libro), la cual, si bien llega a una abstracción notable con Lao-Tse, guarda ciertamente rasgos de la religión primitiva de China ligada estrechamente a la naturaleza. Uno de los versos más famosos del Tao Te Ching, que ilustra este aspecto que podemos flamar femenino –y que sirve como un contrabalance en la oscilación cielo-tierra/occidente-oriente– dice:

El espíritu del valle no muere.

Es la hembra misteriosa.

La puerta de lo misterioso femenino es la raíz del universo.

Ininterrumpidamente, prosigue su obra sin fatiga.

Hinton en su traducción del I Ching nos introduce a este ver el mundo como un proceso holístico en constante devenir: la imagen que evoca es el río. Así explica la relación que tenían los antiguos con los dos primeros hexagramas, lo Creativo (el cielo) y lo Receptivo (la tierra):

Este cosmos cielo-y-tierra es también el cosmos de nuestra experiencia inmediata, y si no pensamos que el cielo y la tierra son meras abstracciones, podemos ver que el cielo y la tierra son de hecho descripciones adecuadas de la realidad física en la que vivimos. La realidad generativa que soporta la vida de la tierra requiere la infusión de energías del cielo: luz solar, lluvia, aire, nieve. Vivimos en nuestra vida cotidiana en el lugar de origen donde esta coalescencia entre el cielo y la tierra ocurre, en el centro de un capullo dinámico de energía cósmica, en un presente generativo todo-abarcante.

Sobre el Tao Te Ching y el Chuang Tse, Hinton señala en su traducción del I Ching que estos textos buscan:

Hacernos salir de nuestros centros espirituales a los que nos apegamos para llevarnos hacia a una experiencia más amplia cuya identidad incluye todo el Camino [el Tao mismo]… En meditación puedes observar tus pensamientos surgir del vacío y regresar al vacío. Esto permite notar que no eres esos pensamientos con los que sueles identificarte. Una segunda realización es que la conciencia es el Camino, también. Conocida en el chino antiguo como el “corazón-mente” [Xin], puesto que no se hacía distinción entre corazón y mente, la conciencia está hecha de ese mismo tejido generativo que sigue un vaivén: pensamientos y emociones surgiendo del vacío y regresando a su raíz en ese mismo vacío. Y finalmente, mientras el pensamiento y las emociones entran en completo silencio, llega el entendimiento de que la raíz experimentada en la conciencia, la fuente vacía, es la fuente compartida por las 10 mil cosas. Así, la fuente del cosmos empírico puede describirse paradójicamente como “corazón-mente”:

En el regreso mismo, puedes ver el corazón-mente de todo el cielo y la tierra

Otra posible enseñanza que el occidental haría bien en incorporar: el equilibrio entre corazón y mente. Una vida que no gira en torno de los proceso fríos y calculadores de la razón sino que se sirve de la mente del corazón, de una percepción intuitiva para aprehender la realidad y para ampliar su rango de asimilación del mundo. Una visión no fragmentaria que busca no la afirmación del ego, sino entrar en ritmo con la naturaleza y lograr la identidad con el universo.