Mímir o Mim es un gigante mitológico escandinavo. Tío materno de Odín guardían de las fuentes de la sabiduría, ubicadas en las raíces de Yggdrasil. En su momento negó a Odín beber de dichas fuentes. Odín tuvo que negociar y ofrecerle uno de sus ojos.
Es uno de los dioses fundamentales en la mitología nórdica cuya cabeza fue amputada y mandada a Odín durante la evento entre los Æsir y los Vanir. Era reconocido por su conocimiento y sabiduría. Odín viajó a la tierra de los gigantes (Jötunheim), para adquirir la sabiduría y el conocimiento omnisciente de Mímir.
El conocimiento fue obtenido al beber del pozo mágico de Mímir, pero como precio por beber de él, Odín fue forzado a sacarse uno de sus ojos. Luego de lo cual, volvió a Asgard con la cabeza de Mímir para consultas oraculares de acuerdo a algunas historias. Mímir fue también el consejero de Hœnir después de que se convirtiera en el soberano de los Vanir.
Para obtener la gran sabiduría por la que es tan famoso, Odín en los albores del tiempo, visitó el manantial de Mimir (Memoria), la fuente de todo ingenio y sabiduría, en cuyas profundidades se reflejaba claramente incluso el futuro y buscó al anciano que lo vigilaba para que le dejara tomar un trago. Pero Mimir, que conocía bien el valor de un favor tal, rehusó concederlo, a menos que Odín consintiera en darle uno de sus ojos a cambio.
El dios aceptó sin dilaciones y se arrancó uno de sus ojos, el cual Mimir lo guardó como garantía, hundiéndolo en las profundidades de su manantial. Bebiendo abundantemente de las aguas, Odín se hizo con el conocimiento que ansiaba, sin lamentar jamás el sacrificio que había hecho, pero en memoria de aquel día arrancó una rama del árbol sagrado Yggdrasil, que daba sombra al manantial y fabricó con ella su lanza Gungnir.
Otra historia, precisamente en el Hávamál, se relata cómo Odín robó el hidromiel poético al gigante Suttung. Para ello sedujo a la hija del gigante, Gunnlod, Dudo si habría logrado escapa de los salones de los gigantes, si no hubiese usado a la buena Gunnlod a la que estreché entre mis brazos.
Odín, creo, juró por su anillo de los juramentos. ¿Cómo se puede confiar en su palabra? Dejó a Suttung sin hidromiel con una estafa Y a Gunnlod con lágrimas. Los vikingos reverenciaban especialmente un juramento sobre anillo (uno hecho sobre un anillo sagrado, en honor al anillo Draupnir). Sin embargo, Odín lo violó, faltando a su palabra y a la ley de tal juramento.
Según los versos que siguen, Odín no robó en realidad el hidromiel al gigante Suttung, sino a Fialar, uno de los enanos que hicieron la bebida de la sangre de Kvasir. Snorri le añade un prólogo a la historia. Los enanos Fialar y Galar, habían hecho el hidromiel, pero Suttung lo cogió en compensación por la muerte de su padre y de su madre, el gigante Gilling y su esposa. Los enanos habían invitado a Gilling a una excursión en bote.
Éste volcó y Gilling cayó. La mujer del gigante lloraba copiosamente, tanto, que Fialar no pudo aguantar más los gritos, así que la instó a que buscara consuelo yendo a la puerta y mirando en el lugar donde había ocurrido la tragedia. Ella estuvo de acuerdo y mientras estaba de pie, Galar le tiró una piedra de molino en la cabeza y la mató. Suttung se ofendió y planeó la venganza. Cogió a los enanos y los llevó en barco hasta un peñasco que estaba sumergido por la pleamar.
Allí los amenazó con abandonarlos salvo que pagasen por las desencarnaciones y ellos aceptaron darle el hidromiel. Él se lo llevó a casa y se lo confió a su hija Gunnlod. Odín decidió coger el hidromiel. Mientras caminaba hacia la fortaleza de Suttung, llegó ma un campo donde nueve trolls estaban segando.
Eran los aparceros de Baugi, el hermano de Suttung. Como eran trolls, no eran demasiado inteligentes y estaban usando guadañas sin afilar. Odín les ofreció afilar las herramientas y los esclavos quedaron sorprendidos de lo mejor que segaban ahora. Le preguntaron si podían comprarle la piedra de afilar y el dios se la arrojó y todos se lanzaron a cogerla. Con la confusión y las guadañas afiladas, se cortaron las gargantas unos a otros y murieron.
Odín continuó su camino hacia la granja. Baugi estaba trastornado por haber perdido toda su fuerza de trabajo, pero Odín le ofreció hacer todo el trabajo a cambio de un trago del hidromiel de Suttung. Se presentó a sí mismo como Bolverk, lo que debió haber puesto en guardia a un gigante, pues significa Malvado. Sin embargo, todo lo que Baugi hizo fue señalar que no tenía control sobre el hidromiel de su hermano, pero aceptó ver lo que se podía hacer para ayudar a Odín a realizar su quiero. Bolverk trabajó todo el verano como un esclavo y cuando llegó el invierno le pidió a Baugi su paga.
Éste le llevó ante Suttung, pero el gigante se negó a darle un solo trago del hidromiel. Sin embargo, Baugi y Bolverk se compincharon para conseguir algo de hidromiel y juntos hicieron un agujero a través de las rocas para alcanzarlo. Bolverk se convirtió en una serpiente y reptó por el agujero.
El relato ilustra algunos de los atributos menos atractivos de Odin: su despreciable astucia y oportunismo, su habilidad para cambiar su forma, su propensión a los nombres falsos y a los disfraces, su recurso a la traición. Para una visión más positiva, tenemos que ver su pretensión de ser un dios del conocimiento.
Su modo de conseguir la sabiduría es mediante el sacrificio (un ojo como pago por beber de la fuente de Mimir, colgando de un árbol para lograr las runas). Podía hacer hablar a los desencarnados, podía preguntar a los sabios, usar todos los poderes del seidr (un tipo de magia particular y poco concisa), tenía los cuervos, Hugin y Munin.
En cierto pasaje del Hávamál, uno de los poemas de la Edda Menor de Snorri Sturlusson, se habla de cómo el principal dios nórdico consiguió las runas:
Veit ek, at ek hekk
vindga meiði á
nætr allar níu,
geiri undaðr
ok gefinn Óðni,
sjalfr sjalfum mér,
á þeim meiði,
er manngi veit,
hvers af rótum renn.
Við hleifi mik sældu
né við hornigi,
nýsta ek niðr,
nam ek upp rúnar,
æpandi nam,
fell ek aftr þaðan.
Sé que colgué
en un árbol mecido por el viento
nueve largas noches
perjudicado con una lanza
y dedicado a Odín,
yo ofrecido a mí mismo,
en aquel árbol del cual nadie
conoce el origen de sus raíces.
No me dieron pan,
ni de beber de un cuerno,
miré hacia lo hondo,
tomé las runas
las tomé entre gritos,
luego me desplomé a la tierra.