La figura del toro tiene un símbolo complejo, pero de manera general podríamos decir que se asocia a la idea de potencia y del poder engendrador; es el macho impetuoso, pero también el «Minotauro», el guardián del laberinto. El toro es símbolo de la energía creadora, representa la fuerza vital y el poder masculino. Dependiendo de la culturas y el momento histórico, dicha interpretación tiene ciertos matices.

Para los astrólogos, el toro se halla asociado al segundo signo del zodiaco, al signo de Tauro, y tiene por elemento a la tierra.

El toro ha tenido cabida en muchas culturas distintas.

Durante la revolución neolítica, el toro era adornado por cuernos de luz, para ser más exactos el sol.

En Egipto se adoraba a la diosa de la fecundidad, Apis, en figura de toro (ó de buey); frecuentemente, con el disco solar entre los cuernos.

Los egipcios representaban con frecuencia figuras de toros en numerosos conjuntos iconográficos y escultóricos. Consideraban al toro como un animal relacionado con la procreación y la fertilidad y, al propio tiempo, gozaba de todas las prerrogativas de los animales consagrados al dios Osiris y, por tanto, considerados sagrados.

En la cultura minoica, el toro, como símbolo de poder y de fecundidad, jugó un papel de especial importancia. La mitología iraní conoce la encarnación de la fecundidad cósmica en la figura de un prototoro que fue eliminado por Mitra, y de cuyo cuerpo crecieron después todas las plantas y animales.

El sacrificio del toro y el bautismo en sangre de toro en el culto de Mitra, del que estaban excluidas las mujeres, demuestra la constante utilización del toro en relación con las fuerzas de la fecundidad, del fin de ciclo y de la resurrección.

En la India, el dios Shiva estaba relacionado con un toro blanco, símbolo de las fuerzas dominadas de la fecundidad. Para diversos pueblos, el toro está igualmente relacionado, por su fecundidad, con la tormenta, con la lluvia y con el agua.

En lo divino el toro se trata como un símbolo cósmico, consagrado al sol y a la luna, al mar y a la tierra. Símbolo de vida, de fertilidad, de fuerza. Símbolo de virilidad, de vitalidad.

El toro está en el subconsciente colectivo como arquetipo de lo divino, de lo inmortal, de la vida. Enfrentarse a un toro es participar de lo eterno a través de la actividad en una minima conjunción de fuerzas.

Era el signo del Zodiaco que dominaba nuestro planeta, hace cinco mil años. Se convirtió en objeto de veneración. Es muy importante también en otras culturas y tiene un lugar destacado en muchas religiones:

Asiria. Es uno de los dioses creadores de la humanidad. En el poema de Gilgamés, éste abreva a un toro con un cántaro. Es la figura omnivalente de la vida. A veces es alado, a veces no, con cabeza humana o no.

Babilonia. Ann, dios supremo, caracterizado por cuatro pares de astas de toro, dispuesto en forma de tiara, que simbolizan su omnipotencia. A Enlil se le flama el toro poderoso y provocó el diluvio babilónico. Adad va de pie sobre su toro empuñando rayos. Marduk es el toro negro del abismo.

Irán. El dios Ahura Mazdah creó al primer hombre Gayomart a la vez que al primer toro Goch, padres de la humanidad.

Escandinavia. Era Thor, venerado en Upsala.

India. El supremo dios celeste Dyaus (Zeus) es un toro que brama cuando truena. Rudra, dios de las tormentas, es otro toro. El dios solar y de la lluvia entre los vedas es Agni, toro mugiente de mil cuernos.

Hititas. La tormenta es un toro que ruge cuando truena, y divinizado es Teshup. Otros toros divinos son las montañas de Hurri y Seri.

Egipto. El buey Apis, hijo de vaca fecundada por un rayo de sol. Venerado tras su viaje final como Serapis. Otros toros son Mneris, el toro blanco, Bukis y Onufis, que personificaba el alma de Osiris.

Hebreos. En el buey Apis egipcio están los orígenes del Becerro de Oro que adoran los hebreos a pesar de Moisés.

Grecia. Zeus adopta la forma de toro para raptar a Europa, hija del rey de Tiro, Agenor, y se la lleva a Creta. Con ella engendra a Minos, Radamantis y Sarpedón.