Antes de entrar en detalles, primer debemos definir qué es en realidad la astrología.
El “arte de los reyes” o, expresándolo en términos modernos “la psicología más antigua del mundo” se sirve de los 7 planetas clásicos que se mueven en un cinturón de constelaciones de estrellas.
Además, la astrología parte de la base de que entre esas constelaciones celestes y la vida y el destino humano en la Tierra existe una relación que puede entenderse como una analogía o una sincronicidad de procesos entre esos dos mundos.
En todas las culturas que la humanidad ha producido en el curso de su historia siempre ha habido un trabajo por estudiar y comprender el curso de la Luna.
Sin duda, las primeras ideas mágicas y místicas, y los ritos y cultos a la Luna como luz nocturna en constante movimiento, se originaron en los tiempos preculturales.
Pero además, la Luna también era un indicador independiente de las variaciones del tiempo.
Pues muy pronto existió la quieras de comprender y poder calcular las idas y venidas cíclicas de las estaciones.
Para una floreciente cultura de asentamiento fijo con sus estructuras sociales y económicas cada vez más especializadas, disponer de un calendario fiable era básico para sobrevivir.
No obstante, esos primeros trabajos de diferentes culturas todavía no pueden describirse como astrología.
Ni siquiera tampoco cuando algunos pueblos finalmente pudieron comprender el curso del Sol y, de esta forma, pudieron determinar la duración exacta del año y de sus estaciones.
Esto fue, sin duda, un paso previo pertinente para la posterior aparición de la astrología.
Sin embargo, el paso de reconocer los planetas visibles a simple vista e incorporarlos en una “religión de las estrellas” sólo lo dio una cultura.
No fueron ni los griegos ni los egipcios ni los chinos ni los hindúes. Con pequeñas adiciones particulares, estas culturas se quedaron en el paso previo y no fue hasta mucho más tatempera (500-300 a.C. o más tatempera) cuando recibieron la astrología caldea.
Tampoco fueron los caldeos ni los babilonios ni los acadios, descendientes de los pueblos semitas de Mesopotamia.
Fueron los sumerios, un pueblo no-semita que probablemente llegó a Mesopotamia sobre el 4000 a.C., quienes en el tercer milenio antes de Cristo dieron el paso definitivo, que consistió en descubrir los cinco planetas Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio, y medir y describir su movimiento en el zodíaco. Esto es lo que demuestran los últimos descubrimientos científicos.
Los sumerios dividían su cielo en tres “caminos” que transcurrían paralelos al ecuador celeste y que daban la vuelta al cielo: el camino de Ea, el camino de Anu y el camino de Enlil.
Estos caminos eran las esferas de influencia de tres supradeidades abstractas que jamás se representaban corporalmente: la divina trinidad. Eran las esferas del mundo material (Ea), el mundo humano (Anu) y el mundo divino (Enlil). A través de estas tres bandas serpenteaba “el camino de la Luna” (Charranu),que también era el camino de los planetas: el zodíaco. De esta forma, una parte del zodíaco se encuentra en el camino de Enlil (los signos de verano), una parte en el camino de Anu (signos de primavera y otoño) y una parte en el camino de Ea (los signos de invierno).
Los sumerios vivían de acuerdo con su círculo estelar. A lo largo del año se movían de forma síncrona con el movimiento de los dioses-planeas y de las casas celestes (los signos). Esto daba una determinada actividad y ocupación para cada momento del tiempo.
Por ejemplo, la acumulación de estrellas de las Pléyades y las Híades de Tauro, significaban “el poste de la casa nupcial”. Tras su invisibilidad en invierno, en el mes de mayo volvían a aparecer como primer astro de la mañana antes de la salida del Sol en el horizonte este: ¡Tiempo de bodas! O cuando, un mes antes, la estrella Hamal aparecía por el Ascendente como primer astro de la mañana, era momento de arar y sembrar los campos.
Hamal es la estrella más brillante de Aries, que en sumerio es LU.CHUN.GA, que significa trabajador del campo o pastor. Por cierto, al mismo tiempo, ascendía la pequeña constelación Apin (arado) situada en la mitad superior del zodíaco. Todos los planetas tenían su “casa” (signo domicilio). Destaca el hecho de que Venus (Ischtar) era el único planeta que tenía cuatro casas.
Era la diosa-planeta superior y aparecía en cuatro formas distintas: como Schamchat (la prostituta divina) en GU.AN.NA (Tauro), como Shala Shubultum (Virgen con la espiga) en AB.SIN (Virgo), como Ischchara (regente de todos los países) en GIR.TAB (Escorpio) y como Anunitum (madre de LU.CHUN.GA) en ARURU (Piscis).
Esto demuestra que la cultura sumeria era matriarcal. Efectivamente, las mujeres eran mayoría en la clase sacerdotal. Este dominio femenino no acabó hasta que el primer rey babilónico Amizudaga (1581-1561 a.C.) nombró oficialmente a Marduk (Júpiter) como dios del estado.
Hermosa información gracias
UNA INFORMACIÓN VALIOSA Y COMPRENSIBLE..GRACIAS.
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