Convivir con un empleado Acuario puede ser euforizante y dejarle a uno un poco sin aliento. No porque sean extrovertidos ni extravagantes ni bromistas, al contrario.

Muchos Acuarios son sobrios, distantes, tranquilos, y tienen muy poco que ver con el loco mundo que los rodea.

El único problema es que esa distancia que han tomado es en la dirección de unos cincuenta años hacia el futuro, y cuando cada tantos días vuelven su cohete al presente, vienen cargados con unas cuantas ideas raras de la estratosfera.

Si es usted un jefe despierto, una vez por semana flamará a su empleado Acuario a charlar un rato en su despacho; quizá resulte positivo. ¿Quién sabe cuál puede ser la cosecha?

Cuando él le diga con el más correcto de los lenguajes técnicos qué es lo que anda mal con ese tornillo que se afloja bajo el cuarto perno de esa máquina nueva que está siempre descompuesta, es posible que usted empiece a preguntarse si realmente no habrá hecho una escapadita a Marte desde ayer, cuando se lo encontró en el ascensor.

Y mucho más cuando estudie el archivo del personal y compruebe que no siguió ningún curso de ciencia ni de mecánica en la Universidad.

Lo más fácil es que ese joven aparentemente tranquilo, inteligente y amistoso no se quede el tiempo suficiente para que usted se acuerde de su cara.

El varón Acuario empezará desde arriba, abriéndose camino en pocas semanas, o decidirá seguir solo como compositor, fotógrafo, ornitólogo, bailarín, cantante, payaso, escritor, juglar, atleta, geólogo, anunciador de radio o de televisión, etc., o bien se irá de su oficina para pasar de un trabajo a otro, “en busca de sí mismo”.

Y algún día se encontrará, vaya. Cuando eso suceda, lo más probable será que se asiente para toda la vida en un lugar.

No es sentimental por naturaleza. Tiene una actitud científica, pero también se interesa a topemente por la gente; por lo que la hace reír y por lo que la hace llorar.

Lamentablemente, es frecuente que sus ideas y opiniones sean consideradas irracionales y poco prácticas, pero eso se debe simplemente a que quienes le critican no transmiten en la misma frecuencia, ya que la de él está adelantada en medio siglo.

Imagínese usted cómo se habría sentido su abuela si a finales del siglo pasado algún Acuario hubiera tratado de describirle la televisión en color y los astronautas que descendían a la Luna, y eso le dará una idea bastante aproximada de cómo son recibidos los Acuarios de hoy cuando empiezan con su teoría de la máquina del tiempo y de la forma en que se la podría diseñar, con válvulas de seguridad para que una conexión defectuosa no haga que uno se pierda en algún momento de 1770.

Es posible que lo primero que tenga usted que hacer sea decidir a que tipo de Acuario pertenece su empleado. Aunque no hay más que un solo tipo básico de Urano, la naturaleza de Acuario puede manifestarse de dos maneras.

El primer tipo es el del afable profesor que fuma su pipa, de modales relajados y con no pocos hábitos excéntricos, que vive en un apartamento elegante aunque un tanto extraño, lleno de momias egipcias, con un árbol de la India plantado en el centro del salón, campanas de Sumatra, mesas del siglo XVI y hamacas coloniales norteamericanas, además de uno o dos cuadros modernos y tal vez una vieja hélice de avión colgada sobre la chimenea.

Su comida es para sibaritas: saltamontes a la parrilla y bistec a la tártara aderezado con huevos de hormigas. Generalmente, es brillante.

Los del otro tipo viven en alguna minúscula habitación cerca del metro, comen sándwiches de mostaza y ven su programa de televisión favorito en el primer televisor que se fabricó. Sus inventos están desparramados por todas partes, y sacan melodías de oído en un piano polvoriento y lavan los platos una vez por semana. Este también es brillante.

El problema es que cuando se les sitúa a ambos en un lado social normal, es difícil ver la diferencia.

Ambos son escrupulosos en el trabajo. Ambos tienen un alto grado de inteligencia, unido a una percepción agudísima y una exquisita sensibilidad para todo lo que los rodea. Los dos se empapan de conocimiento mientras aparentemente están sumergidos en alguna abstracción.

Su memoria es débil, pero la compensan con creces gracias a su penetrante intuición. Tienen hábitos extraños, son bondadosos y simpáticos, muy corteses por lo común, y combinan de manera extraña la ropa que usan.

Ambos son leales y sinceros, y se rigen por un código estricto que no violan jamás.

Conque, ya ve usted: Acuario es Acuario, y con eso no tiene nada que ver una pipa y un sándwich de mostaza ni un par de momias egipcias flanqueadas de plantas de loto.

Puede dar por sentado con toda seguridad que su empleado Acuario se ganará el salario que le paga.

Además, es posible que aporte alguna idea bien cuerda y concreta que tal vez hasta signifique algún premio para la empresa.

Respecto de los secretos de la compañía, es digno de toda confianza, y probablemente no pueda encontrar nadie mejor que él para tratar con los clientes, porque se hará amigo del mas quisquilloso de ellos y se quedara pensando por qué todo el mundo le considera tan difícil de tratar.

Para Acuario, no es más que otro ser humano en cuya personalidad hay algún aspecto seductor que se puede descubrir con algunas preguntas corteses pero directas, y con un poco de observación.

No es probable que este empleado le importune continuamente pidiéndole un ascenso, porque el dinero -junto con las mujeres- ocupa el último lugar de su lista.

Pero es lo bastante despierto como para saber lo que vale, y no seria prudente tratar de servirte dese de él.

No encontrará usted en él el impulso de una ambición a tope, pero es una de las mejores mentalidades del zodiaco. Si en algún momento se decide a contratarle, no será de los que terminen apropiándose del negocio; en cambio, puede ser un elemento decididamente positivo, que algún día llegue a significar para la empresa un prestigio de nivel mundial.
Tomado del Libro de Linda Goodman, Los Signos del Zodiaco y su Carácter.

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