Dice el Dr. Marinus de Waal:
El ajenjo mayor es uno de los remedios más antiguos. Ya en el año 1600 a.C. en Egipto se conocía como tal. La Artemisa Absinthium, planta de la familia de las compuestas, era originaria del sur y centro de Europa, y del oeste y el norte de Asia.

Es una hierba principalmente usada como alimento para el ganado. Su nombre en inglés, wormwood (worn “gusano”), sugiere ya sus propiedades vermífugas. Las cabezuelas de las flores del ajenjo contienen el alucinógeno santónico, un aceite volátil, y un principio amargo, la absintina. Las inflorescencias en forma de racimo se usan en la destilación de licores para elaborar el ajenjo, que si se bebe en exagerado, tiene un efecto dañino y causa delirio. El aceite esencial es de color verde y a él debe el ajenjo su famosa presencia.

El sabor intenso y amargo del ajenjo dio a los autores de la Biblia muchas oportunidades de compararlo con los aspectos desagradables de la vida. En los Proverbios se da una advertencia sobre las relaciones con mujeres desconocidas, que conducen a la ruina:

Miel destilan los labios de la mujer extraña,
Y es su paladar más suave que el aceite.
Pero su fin es amargo como el ajenjo,
Punzante como espada de dos filos.

(Proverbios 5, 3­4)

Por el castigo que el Señor da a los falsos profetas se hace evidente que el ajenjo era considerado algo muy desagradable:

He aquí que les daré a comer ajenjo
y les daré a beber agua envenenada,
porque de los profetas de Jerusalén
ha salido la corrupción para todo el país.

(Jeremías 23, 15)

La Artemisa tiene nombre de diosa griega, ya que sus flores y el resto de la planta han tenido desde tiempos inmemoriales virtudes extraordinarias.

Artemisa, la hermana gemela de Apolo, en la posterior mitología romana, pasó a ser llquerida Diana y ésta es, tanto en su nombre como en sus costumbres (protectora de la naturaleza y reina de los animales de los bosques) la antecesora de nuestras actuales hadas. Artemisa ha sido considerada como la diosa salvaje de la naturaleza, con arco y flechas de oro forjadas por Hefestos y los cíclopes, siendo considerado su culto derivado de la Gran Madre Tierra o Gaia, dice Jesús Callejo en su libro Historia Mágica de las Flores.

Se menciona en el Herbarium de Apuleius Platonicus, el más extenso de los manuscritos médicos anglosajones (se cree que fue compuesto entre los años 1000 y 1050 d.C.) donde se dice de ella:

“La hierba fue hallada primero por Diana y dada a Quirón el centauro, el cual descubrió sus propiedades y las dio a conocer a los hombres”

Plinio dice que “si el caminante lleva esta hierba encima no sentirá fatiga y no podrá ser dañado por ninguna sustancia ponzoñosa ni por ninguna fiera, ni siquiera por el mismo sol”

Para Paracelso el ajenjo es vermífugo y febrífugo. Produce insomnio y alucinaciones sustoíficas en las personas muy nerviosas.  Su planeta es Marte y pertenece al signo zodiacal de Capricornio.

La planta era de cierta importancia entre los mexicanos, quienes celebraban su gran fiesta de la diosa de la sal con una gran danza ceremonial de las mujeres, que llevaban en sus cabezas coronas de Ajenjo.

Esta planta solía ser muy solireuniónda en las cervecerías para usarlo en lugar de lúpulo. Las hojas del ajenjo resisten muy bien la putrefacción y han sido por ello un ingrediente principal en fomentos antisépticos.

Dice un viejo encantamiento de amor:
El día de San Lucas, tomar flores de caléndula, una ramita de mejorana, tomillo y un poquito de ajenjo. Se secan en la lumbre, se reducen a polvo y se tamizan. Luego se deben hervir a fuego lento y se añade una cucharada de miel y otra de vinagre. Con esta mezcla se debe ungir la persona antes de acostarse para soñar con su futura pareja, diciendo tres veces:

“San Lucas, San Lucas, sé amable conmigo y en mis sueños, a mi verdadero amor déjame ver”

La Artemisa junto con el hipérico, son las dos plantas solares por excelencia, algunos incluso confunden a la hierba de San Juan con ella, cuando realmente es el hipérico la verdadera hierba del santo.

Las dos cobran protagonismo en la noche de las hogueras para la realización de sus rituales en la noche más corta del año. No hay que olvidar que recogida con el rocío de esa madrugada y luego puesta en una bolsita, se utiliza como un excelente protector del mal de ojo.

El ajenjo es portado como amuleto, quemado como incienso y utilizado en pociones mágicas para fortalecer los poderes psíquicos, proteger contra los encantamientos, conjurar espíritus (sobre todo en cementerios y sesiones espiritistas) y contrarrestar venenos. También se le atribuye la facultad de proporcionar sabiduría.

Medicinalmente, su difusión en los últimos tiempos se debe a sus virtudes aperitivas y estomacales. El vermut es un licor a base de ajenjo, pues Wermuth es precisamente el nombre alemán de esta planta.

En el siglo pasado, cuando todavía se empleaban muchos remedios de forma empírica, sin un conocimiento de sus verdaderos efectos, se pensó que el activante licor de ajenjo, obtenido por maceración en espiritosas, era una panacea.

Hasta tal punto se abusó de él, especialmente en Francia, que se produjeron graves intoxicaciones agudas y crónicas, e incluso desencarnaciones, como la del poeta francés Verlain