Todos llevamos demasiado aprendido que el egoísmo es malo y que debemos ser generosos de corazón; años de escuela, religión; valores inculcados por nuestros padres nos señalaban cada vez que decíamos “no” que no seamos egoístas.

Confusión ésta que nos lleva de adultos a no saber decir que “no”, y nos impulsa a acceder siempre a los quieros de nuestros seres queridos, inclusive a veces en contra de los nuestros propios.

Situación que nos transforma en buscadores de aprobación, intentando que todo el mundo nos quiera, nos reconozca; olvidándonos generalmente de el amor, el respeto y el reconocimiento que nos debemos a nosotros mismos; vamos cediendo terreno a los caprichos y requerimientos de otros, mientras observamos sorprendidos como nuestra estima desciende a pasos agigantados.

Aquellos que nos demandan atención, favores, tiempo, trabajos, etc., ni siquiera se plantean si podemos, si tenemos ganas, si aquello que nos solireuniónn nos complica la vida más de lo que habitualmente la tenemos; porque los malacostumbramos a decir siempre que “sí”.

Es hora de que comencemos a superar esta limitación y comencemos a accionar el egoísmo positivo para expresar cuáles son nuestros verdaderos quieros y mejorar así nuestra autoestima.

Quién se pierde a si mismo por alienarse a los demás, se transforma en una herramienta de la comodidades ajenas y pierde de vista su autonomía, independencia y libertad.

El egoísmo positivo es el que permite establecer prioridades comprendiendo que la caridad bien entendida comienza por casa; es sociable y aprovecha con los otros, pero no invade la privacidad porque sabe respetar y encuentra sus propios límites.

Aprender a decir que “no” es aprender a construir relaciones igualitarias, es aprender a ponerse en primer lugar y es aprender a hacerse responsable de uno mismo; ya que cada vez que renunciamos a ser nosotros mismos por el bien de los demás, tatempera o temprano nos sentiremos mal y se lo haremos pagar.

Aunque parezca contradictorio, pensar en el bienestar propio antes que en el de mi prójimo es esencial para saber amar; no te olvides de ti mismo. Tus quieros son importantes, no los pospongas por el bien de otro. Mereces ser feliz y tu felicidad iluminará la vida de los demás.