Una de las combinaciones más complejas de la bella Venus es la de su unión con la bestia de Plutón, sea el aspecto que sea aunque con más recurrencia en los casos de conjunción, cuadratura y oposición. Tenemos aquí a la diosa de la belleza, Venus, y al dios de los infiernos, Plutón, y no es pertinente tener mucha idea de Astrología para darse cuenta de que esta es una mezcla explosiva, contradictoria y bastante dolorosa, por la aparente incompatibilidad de los arquetipos en juego.
Decía Liz Greene que una de las lecciones fundamentales que tiene este aspecto es la de aprender a amar, abrirse para superar la desconfianza y el miedo a la traición y al dominio y dejar de ver la belleza física como atributo de poder.
Mucha gente con estos aspectos estiman que el atractivo físico es la clave del éxito de una relación sentimental, el poseerlo o no es determinante para su consecución, y de ahí que muchas personas se sientan como indignos y no merecedores de amor si no se tiene la belleza, así como la concepción de que la belleza es poder y que solo la belleza es la que posibilita que yo pueda tener novio o novia.
Otra característica es que en la infancia tal vez se viviera una situación de exceso o de destrucción de la confianza básica que yo pudiera tener entonces para dar y recibir afecto, por lo que en la edad adulta se hace difícil que pueda abrirme sin miedo y que, por tanto, trate de controlar muy bien en quién me voy a enamorar, impidiendo así el flujo natural de lo que significa Venus, dar y recibir en un permanente circuito que es, en realidad, la clave del amor. Y yo pienso que el relato de la Bella y la Bestia es muy elocuente de la dinámica de estos aspectos, tanto en lo que respecta a su funcionamiento como en los posibles canales de curación.
Porque resulta que el príncipe es convertido en un monstruo, en un símbolo de la fealdad y deformidad, y que tiene que conseguir que Bella se enamore de él gracias a las atenciones que le va a dispensar y a la caballerosidad.
Su pecado fue que no sabía amar y por ello fue privado de su físico natural para que así aprendiera a hacerlo, no ya desde la arrogancia sino desde la empatía con la otra persona. Por su parte, resulta que Bella no encaja en el mundo normal de todos los seres humanos, no termina de fijarse en los hombres, por muy atractivos que estos sean, y termina ante un monstruo que la solireunión y busca.
Parece que Bella tiene que reaccionar también y dejar de buscar al soñado príncipe azul y, por tanto, aprender también a amar a ese personaje terrible y horrendo que suspira por ella. Parece que el horror es aquí el papel predominante, y que la deformidad aparente esconde un tesoro que se ofrece a aquel que acepta que el amor no es cosa de dioses y que consiste tan solo en estar en el presente y en perder el miedo, porque, de acuerdo con Campbell, detrás del miedo o de la cueva es donde está el tesoro que buscas. Y parece ser que en este cuento se cumple, por lo que es buena idea reflexionar sobre ello si tenemos un aspecto en nuestra carta entre Venus (la Bella) y Plutón (la Bestia).
Quizá de lo que se trata es de amar por encima de mis miedos y paranoias. Cuando renuncio a la búsqueda del físico perfecto, o de la mujer perfecta y dejo que el otro ser entre en mí, y de esa forma yo entro en él, se produce una especie de clic que activa el potencial para amar que llevo sepultado tal vez desde la más temprana niñez.
Amar lo que en principio no me gusta, o no se atiene a mi ideal, esconde la posibilidad de ponerme cara a cara delante del miedo y de la paranoia, y cuando esto sucede me acerco más al amor de los humanos y me alejo de la búsqueda del ser amado omni bello que todo lo puede.
Amar lo que me parece horrible (que, en el fondo, también me muestra algo horrible de mí por medio de la proyección) me acerca a la curación, entre otras cosas porque del horror suele brotar una comprensión mutua de nuestro dolor que conseguirá anular con el tiempo el miedo y la desconfianza a la entrega.
No se trata de salvar a nadie o de que me salven, que es más el juego que se da entre Venus y Neptuno, sino de dejar de huir del amor con la excusa de que busco a la persona adecuada para mí, cuando tal vez el que lleva ya demasiado tiempo siendo el inadecuado para el amor sea yo mismo. Venus/Plutón es la gran prueba del amor, y la esperanza de que si me entrego, venzo.
Todo esto es válido para los aspectos Venus/Plutón, pero también para las personas que tengan a Libra, Tauro o Escorpio muy marcados en la carta, como puede ser tener el Sol en Libra y Ascendente Escorpio, o varios planetas en estos signos.
Very best!