AGRIMONIA Agrimonia eupatoria: Es el emblema del agradecimiento.

Muy útil para curar las anginas. Sus hojas secas se ponen en agua hirviendo y luego se coloca en un barreño el agua bien temperado; el enfermo, con ropa ligera, se cubrirá con una sábana o manta suave y se inclinará sobre el barreño de forma que se dé un “baño de vapor de agrimonia”; cuando el agua se vaya entibiando, meterá los pies en el agua hasta que ésta se enfríe un poco. Luego se arropa y se va a la cama.

Para alejar malas vibraciones de la casa, hay que esparcir flores de agrimonia por la casa –mejor en viernes-; se dejan reposar una o dos horas y luego se barren hacia afuera mientras se pide protección.

Para alejar el mal de ojo y evitar las malas intenciones de terceras personas hay que coger una ramita de agrimonia y cortar un trocito de un centímetro; pelándole después la corteza: se lleva en el bolso, protegido de la luz solar, ya que cuando le da el sol, pierde su virtud.

Se añade agrimonia a los amuletos para alejar los miedos y las fobias. La agrimonia fue conocida por sus ruidos y sus frutos, como sus bayas se adhieren a las ropas, al arrancarlas, hacen un curioso ruidito.

Se usa para curar perjudicadas y granos en cataplasma y las hojas pueden molerse y usarse como tónico para purificar la sangre.

Según el folklore inglés, la agrimonia protegía de ver a las brujas malas en los paseos nocturnos.

Para reconciliarse con algún amigo con el que se han perdido las buenas relaciones, hay que salir a campo abierto, ponerse de cara al sur y echar delante de uno mismo un puñadito de hojas de agrimonia pronunciando siete veces seguidas la palabra VAH, seguida del nombre de dicho amigo, y éste volverá a acercarse y la amistad se renovará.

Las limpias de agrimonia son muy buenas para las personas que constantemente temen estar embrujadas y no reparan en su propia mala conciencia.