Las Perlas de lágrimas de alegría de Afrodita, gotas de rocío llenas de luz de luna, el regalo de boda de Krishna a su hija, la poción amorosa de Cleopatra.

Lo cierto es que aunque abundan las leyendas sobre la perla, un hecho es innegable: las perlas son la gema más antigua conocida y durante siglos fue considerada la de más valor. Tan valiosa que se cree que el general romano Vitelio financió toda una campaña militar sólo con uno de los pendientes de perlas de su madre.

Las primeras noticias escritas sobre el valor de la perla las encontramos en el Shu King, un libro chino que data del siglo 23 a.C., en el que el escriba hizo notar con desprecio que un rey de menor rango había enviado como tributo “cadenas de perlas no muy redondas”.

Los chinos también utilizaban las perlas con fines medicinales para curar los males que afectaban al ojo, los tensiones de corazón, la indigestión, la fiebre y las hemorragias. El polvo de perla sigue siendo todavía popular en China como blanqueador de la piel y como cosmético. En India, se creía que las perlas proporcionaban paz espiritual a la mente y fortalecían el cuerpo y el alma. Los europeos pensaban que al tragar una perla entera o en polvo se curaban los asuntos de la mente y del corazón, y se fortalecían los nervios.

Propiedades de la perla:

Los romanos sentían una especial predilección por esta gema marina y la fuerza de Roma por las perlas alcanzó su punto culminante durante el transcurso del primer siglo a.C., cuando las mujeres de la clase alta romana (a las de rango inferior se les prohibía llevarlas) las llevaban incluso en la cama, para que así les recordara su riqueza nada más despertarse. Además, también tapizaban los divanes con perlas, y llevaban tantas cosidas en sus trajes que en realidad caminaban sobre sus dobladillos incrustados de perlas. El emperador Caligula, famoso por sus exagerados, tras haber nombrado cónsul a su querido caballo, lo condecoró con un collar de perlas.

La primera fuente conocida de perlas fue el Golfo Pérsico. Los antiguos habitantes de esta zona creían que las perlas eran un símbolo de la luna y que tenían poderes mágicos. Lo cierto es que la pieza de joyería hecha con perlas más antigua conocida es un collar encontrado en el sarcófago de una princesa persa que murió en el año 520 a.C.

Tanto los incas como los aztecas creyeron que las perlas habían sido imbuidas de propiedades místicas de bienestar, sabiduría y profecía. Por su parte, los indios de Norteamérica usaban las perlas de agua dulce del río Mississippi para hacer collares, cosiéndolas a los tocados y colocándolas en adornos de cobre.

En el Corán se dice que un buen musulmán, cuando entra en el Reino del Cielo, “es coronado con perlas de un brillo incomparable, y le esperan hermosas doncellas que parecen perlas ocultas”.

Durante la Edad de las Tinieblas (primeros años de la Edad Media), mientras que las hermosas doncellas de la nobleza cuidaban delicados collares de perlas, los caballeros valientes solían llevar perlas en el campo de resolver. Ellos creían que la magia contenida en la piedra brillante les protegería ante cualquier peligro.

A pesar de que la reina Isabel tuvo que empeñar su impresionante colección de joyas para financiar la expedición de Cristóbal Colón para descubrir el nuevo mundo, la inversión resultó altamente rentable, ya que el descubrimiento de perlas en las aguas de América Central vino a sumarse a las riquezas de España. La llegada masiva de perlas americanas al mercado europeo le hizo ganar al contiente recién descubierto el sobrenombre de “Tierra de Perlas”. Lamentablemente, la codicia y la ambición en pos de estas gemas marinas desembocó en el agotamiento de prácticamente toda la población americana de ostras de perlas antes del siglo XVII.

Hasta principios del siglo XX, las perlas naturales eran un lujo que sólo estaba al alcance de la gente rica y famosa. En 1916, el reputado joyero francés Jacques Cartier compró su famosa tienda en la Quinta Avenida de Nueva York cambiando dos collares de perlas por la valiosa propiedad.

Pero entonces en 1919, el hijo de un fabricante de pasta japonés perfeccionó y patentó un método para cultivar las perlas y, de este modo, la producción de gemas marinas pasó de ser una búsqueda de tesoros a convertirse en una industria.

La perla natural (a veces también denominada perla oriental) se forma cuando un agente irritante se abre paso en una determinada especie de molusco que en realidad está más próxima a una vieira que a una ostra. Como mecanismo de defensa, el molusco segrega un fluido para cubrir la irritación. Capa tras capa de este revestimento (conocido como nácar) se deposita sobre el agente irritante hasta que se forma una perla brillante.

En el caso de la perla cultivada el proceso que tiene lugar es el mismo. La única diferencia radica en que en este caso el agente irritante es implantado quirúrgicamente del núcleo o perla de una madreperla. El mejor núcleo procede de un mejillón del Mississippi que sólo vive en esta famoso río navegable. El núcleo es, por lo tanto, mucho más grande que el de la perla natural. Siempre y cuando hayan suficientes capas de nácar para dar lugar a una hermosa perla con categoría de piedra preciosa, el tamaño del núcleo tiene poca trascendencia por lo que hace a su belleza o durabilidad.

Durante mucho tiempo las perlas han sido consideradas como el regalo de boda ideal porque simbolizan la pureza y la inocencia. En el hinduismo, la presentación de una perla no perforada y el consiguiente agujereado ha formado parte de la ceremonia del matrimonio. Por otro lado, en el hemisferio occidental las perlas son el regalo aconsejado para aquellas parejas que celebran su tercer o su trigésimo aniversario de boda.

Prácticamente todas las perlas que existen hoy en el mercado son cultivadas. Únicamente en subastas de antigüedades es posible encontrar perlas “naturales”. Las perlas cultivadas son todavía “perlas finas”. La única diferencia es que han recibido la ayuda del hombre para su desarrollo.

Las falsificaciones se hacen normalmente con incrustaciones de peces y pueden detectarse fácilmente con la sencilla prueba de los dientes. Arrastre suavemente la perla por la superficie de los dientes superiores. Si se desliza fácilmente, es falsa. Si siente una ligera y arenosa abrasión, con toda probabilidad se tratará de una perla cultivada o natural.

Las perlas de agua salada son normalmente más caras que las de agua dulce, siendo las perlas japonesas de Akoya las más populares. Las perlas de los Mares del Sur son por lo general mucho más grandes que las de Akoya, y si usted compra perlas negras, probablemente procedan de Tahití.

Las perlas de agua dulce están disponibles en una gama de colores mucho más amplia que las de agua salada, incluyendo el púrpura, el violeta, el naranja, el azul y el gris. Resultan más baratas de producir, ya que cada molusco puede dar hasta un total de ¡30 perlas por cosecha! Las perlas de agua dulce americanas son mantenidas en maduración durante mucho más tiempo que las otras perlas cultivadas (hasta 5 años, comparado con tan sólo 1 año, que es el tiempo para muchas de las otras), dando lugar a un nácar de mayor grosor que le da a las perlas americanas un inusual brillo lustroso (la iridescencia de la luz reflejada desde el interior la perla).

Las perlas blancas-rosáceas con perla fina alcanzan los precios más elevados, pero dada la enorme variedad de colores disponible en la actualidad, lo mejor es elegir aquel que mejor se adapte al color de su piel y de su pelo.

Asegúrese y compruebe las perlas con diferentes fuentes de luz, contra un fondo oscuro. Ruede las perlas para asegurarse de que el brillo es uniforme en todas sus partes. Las manchas pequeñas pueden desaparecer al sacarles brillo o al lavarlas. Las perlas son muy porosas y absorberán prácticamente cualquier sustancia con la que entren en contacto, especialmente los perfumes y cosméticos.

Propiedades físicas:

La perla ocupa una posición única y destacada por su dureza.

Es considerada una de las gemas más importantes aunque se diferencia de las demás a causa de su origen: se forma en un ser vivo.

La perla se origina cuando un molusco deposita una sustancia denominada nácar alrededor de un agente irritante.

Color: blanco, tonos suaves de rosa, amarillo, azul, gris y negro.

Propiedades curativas y espirituales:

La perla es el símbolo de la amabilidad, la lealtad y la justicia.

Absorbe la energía negativa y tranquiliza a la persona.

Indica inocencia, pureza y modestia.

Esta indicada para aquellas personas que sufren de palpitaciones del corazón.

Recomendable para los que padecen de miedos y angustias.

Abre el chakra basal.

Afinidad con los signos de: Aries, Capricornio, Libra y Géminis