MISIÓN ALMICA. MIEDO PRIMIGENIO: EL RECHAZO

En tu infancia tuviste que madurar a una edad muy temprana porque los adultos que te cuidaban eran inmaduros y tenias miedo al rechazo, aprendiste a delegar tus propios intereses a favor de los intereses de dichos adultos, así que no aprendiste a poner en primer lugar lo que realmente te interesa a ti.
• De pequeño pocas veces prestaban atención a tus requerimientos. Eran más importantes las requerimientos de los adultos que cuidaban de ti.
• Cuando eras niño te acostumbraste a negar tus emociones más íntimas. Negaste cualquier situación negativa como fórmula para no sufrir. En tu familia se daban fuertes discusiones, es muy probable que hubiera alguien enfermo, o alcohólico, pero al día siguiente, después de la pelea, todo funcionaba como si nada hubiera pasado. De esa manera aprendiste a negar en tu interior lo negativo y aprendiste a centrarte en olvidarte de ello como si en realidad nunca hubiera sucedido. Ya no lo recuerdas, pero de niño manejaste la situación haciéndote la siguiente reflexión: “La discusión de ayer entre mis padres no existió, papá no es alcohólico, debí de soñar que se peleaban, debí imaginarlo todo”. Y así, de manera inconsciente aprendiste a negar tus sentimientos de miedo, o de vergüenza de tal manera que hasta creíste que te los inventabas. Ahora de adulto, estás tan perdido, que no sabes concentrarte en tus propias emociones y cuando logras concentrarte un poco tampoco estás muy seguro de si lo que sientes es real o no lo es. Por eso, le das más relevancia a lo que los otros opinan, sienten y deciden que a lo que tú opinas, sientes o decides. De hecho, te cuesta mucho decidir.

• Tus quieros siempre están supeditados a los quieros de los demás. Cedes continuamente. Lo que los otros proponen siempre está por delante de lo que tú querrías.

• Se te hace tatempera habitualmente, porque tienes la tendencia a prestar más atención a las tareas secundarias y dejar en un segundo plano lo que de verdad tienes que hacer.

• Le das la misma energía a los intereses secundarios que a los intereses principales, ya sean emocionales o profesionales, es más, los intereses primordiales para ti, habitualmente son los últimos que realizas o a los que menos atención prestas. Hacerlo así te perjudica, pero no eres consciente de ello. En tu infancia tuviste que madurar a una edad muy temprana porque los adultos que te cuidaban eran inmaduros, aprendiste a delegar tus propios intereses a favor de los intereses de dichos adultos, así que no aprendiste a poner en primer lugar lo que realmente te interesa a ti. Por eso ahora, no sabes distinguir entre tareas principales y tareas secundarias, y si logras saberlo, siempre dejarás en último lugar la tarea que más te interesa a ti, porque inconscientemente sientes miedo de poner tus intereses en primer lugar, porque crees que al hacer eso, te rechazarán, te abandonarán o te ignorarán, que es exactamente lo que ocurrió en tu infancia cuando reclamabas la atención que como niño te correspondía.

• Lo que más te importa es la unión. No soportas que nadie se enfade, por esta razón eres capaz de convertir en tuyos los quieros ajenos y hasta entusiasmarte con ellos.

• Ves siempre la parte positiva de cualquier opinión ajena.

• Nunca te posicionas o te resulta difícil hacerlo. Te da miedo decir que “no”.

• Tus principales tensiones son:

o Tomar decisiones

o Posicionarte. Mostrar tu propia opinión

o La ira pasiva

• Vives conteniendo tu energía, tanto la positiva como la negativa. Te cuesta mucho mostrar tu enfado. Y también te cuesta mucho hacer demostraciones de amor.

• Te gustaría desobedecer pero estás bloqueado por un quiero inconsciente de aprobación ajena. Te importa mucho lo que opinen los demás de ti.

• Enfocas tu atención en averiguar con que opinión ajena estás de acuerdo y no prestas energía a averiguar cual es tu propia opinión, que puede ser diferente a cualquier otra.

• Te cuesta dar el primer paso. Prefieres que los demás lo den primero y luego tú dejarte hacer. Esta permanente indecisión siempre es interna, hacía los demás pareces tener opinión propia cuando apoyas la opinión de otro.

• Toda este miedo a posicionarte se debe a que de pequeño tuviste que resignarte con una situación familiar dolorosa que no pudiste cambiar, o que tu hubieses resuelto de forma distinta de cómo lo hicieron los adultos que estaban a tu cargo. Desde entonces arrastras la costumbre de querer que todo a tu alrededor sea paz, no soportas que nadie se enfade, y para que haya paz eres capaz de supeditarte a lo que ordenen las personas que con más facilidad se enfurecen.

• Te cuesta deshacerte de cosas, te cuesta tirar o dar lo que ya no te sirve, está viejo o anticuado. Por la misma razón, acumulas en los herramientarios cosas que no utilizas por si acaso algún día las puedes requierer.

• Puede que algunas personas con esta misión álmica sean coleccionistas, pueden coleccionar cajitas, cómics, figuritas, lo que sea.

• En tu infancia viviste muchas discusiones. Tus padres se peleaban continuamente. Como esa situación te hizo sufrir tanto, no aprendiste a canalizar la ira de forma bienestarable. Desconoces que la ira cumple una función muy importante a la hora de mostrar al mundo tu posición personal. Cuando las personas se enfadan descubren lo que no quieren y así dan un paso más en averiguar lo que quieren. Si nunca te enfadas, es difícil que descubras lo que en el fondo de tu corazón quieres. Tienes tu ira completamente anestesiada. Cuando muestras ira lo haces de manera inconsciente y siempre de manera pasiva, ¿cómo?: pues comportándote de manera muy testaruda, te comportas como un cabezota, también demuestras tu ira pasiva cuando no defiendes a la víctima de una situación por tu miedo a que el verdugo te rechace y deje de prestarte atención, se trata de una ira redireccionada, en vez de proyectarla hacía el verdugo la proyectas hacía la víctima.

• La ira pasiva la puedes emplear también mostrándote indiferente, con cierta actitud como de estar por encima del bien y del mal, es algo que sueles hacer cuando te sientes rechazado, sea ese rechazo real o imaginado en tu mente de “niño perjudicado”.

• Normalmente culpas a los demás cuando las decisiones tomadas no han sido las correctas. No te responsabilizas de tus propios errores porque como en tu interior sabes que la decisión no la tomaste tú, la tomó otra persona por ti, en consecuencia no te haces responsable de “tus decisiones”. Pero la realidad es que deberías tomar tú la decisión que creas correcta y si luego no sale como esperabas, asumirlo y nada más, no pasa nada, los errores no existen, venimos a la Tierra a experimentarlo todo, no existen las experiencias buenas y las experiencias malas, sólo existen experiencias, todo lo que ocurre aquí es pasajero y nadie va a juzgarte por ello.

• Al asumir como tuyos propios los intereses de tu pareja, ésta se convierte en el puntal en el que encuentras tu dirección en la vida, por lo que cuando hay amor entre los dos, esa fusión hace que te sientas lleno. Fusionarte con otra persona mediante el amor de pareja te permite dejar de sentir el vacío y la separación con la vida.

• No te gusta manipular, ni beneficiarte de nadie, ni dominar a nadie, lo único que ansías es la fusión del amor de pareja.

• Como te es más fácil crear energía para los intereses de tu pareja que para los tuyos propios, una relación de pareja es primordial para ti, es la única manera en la que consigues sentirte seguro y con un proyecto de vida.

• Renunciar a una relación de pareja, por muy negativa para ti que sea, te resulta imposible, porque cortar con tu pareja supone para ti cortar con tu propia energía, es como si te quitaran un pie o una mano. La energía de tu pareja es tu energía, tú lo vives así, por eso prefieres ser sumiso y aguantar a terminar con la relación.

• Al mismo tiempo el hecho de sentirte tan fusionado con tu pareja, hace que por dentro te sientas controlado. De la misma manera que anhelas esa fusión anhelas la independencia, porque no quieres rendirte a las exigencias de la otra persona. Ese problema interior acarrea una actividad interna tremenda, que no compartes con nadie y que te hace vivir con tensión. Te preguntas constantemente cual será la mejor decisión, si fusionarte o si independizarte, parece no haber luz al final de ninguno de los caminos.

TUS DONES SON LOS SIGUIENTES:

• Eres el más diplomático de todo el misionario álmico.

• Ofreces un apoyo firme y honesto, al interesarte más lograr la paz que imponer la forma en la que tú harías las cosas, los demás sienten que tu apoyo es leal.

• Sabes escuchar y aceptar a los demás. No requieres entroponerte en la vida de nadie ni ejercer ningún tipo de poder sobre los demás, lo cual se traduce en que te llevas bien con todo el mundo y todos confían en ti para contarte sus cosas.

• Eres muy buen amigo. Los demás siempre pueden contar contigo en cualquier circunstancia.

• Sabes mejor que el propio interesado lo que realmente le conviene, y lo sabes, porque estás tan acostumbrado a ceder ante la opinión de los demás que has aprendido a identificar lo que le conviene a cada cual. Te has hecho un valioso observador de los errores y los aciertos ajenos, eso te convierte en un gran consejero.

• Eres muy empático. Te resulta fácil ponerte en el lugar de los otros, incluso llegas a sentir las emociones que sienten los demás como si fueran tuyas.

• Sabes amar incondicionalmente.

• Cuando empiezas algo te gusta acabarlo. Tu testarudez se convierte en una virtud, en este caso. Pase lo que pase, si te comprometes con algo lo haces.

TU MISIÓN ÁLMICA EN ESTA VIDA EN LA TIERRA ES:

Tu misión álmica consiste en mostrar tu yo sin importarte la reacción que puedan tener los demás. Has venido a aprender a amarte lo suficiente como para que entiendas que tu posicionamiento ante la vida es única y es valiosa. Tienes derecho a saber que quieres, quien eres y a reclamarlo. Tienes que aprender a no unirte a personas conflictivas en aras de ser su salvador o salvadora, porque nadie salva a nadie, porque el mundo funcionaba solo antes de que tú vinieras y seguirá haciéndolo el día que te vayas, así que deja de preocuparte.

Tienes que aprender a tener una posición concreta y directa y mostrarla a los demás sin temor de ser rechazado por ello. A fuerza de amoldarte tanto para conseguir la paz, has perdido tu identidad personal. Renuncia a esa pregunta interior que te haces constantemente “¿con quién estoy de acuerdo?”, reemplázala por esta otra cuestión “¿cuál es mi opinión personal sobre este asunto?” y reafírmala así: “me da igual si mi opinión coincide con el de la persona con mucha ira, si se enfada, que se enfade, no necesito la paz para sentirme fusionado con la vida, la paz de los demás no es mi responsabilidad, sólo mi propia paz es responsabilidad mía”.

Que alguien se enfade contigo continuamente sin tu hacer nada, no significa que te rechaza, significa que no controla su ira, y significa que no tiene en cuenta el daño que te causa con cada agresión verbal. Tienes la tendencia de sentirte atraído hacía alguna persona de carácter difícil, para revivir situaciones similares a las peleas y gritos que tus padres tenían cuando eras niño, y al revivirlas actuar como tú hubieses querido que tus padres actuaran cuando eras pequeño, es decir, callando ante el agresor y así transformar en paz aquellas agresiones verbales y de manera inconsciente sentirte aliviado y dueño de la situación. Tu bloqueo infantil te hace requierer a un verdugo continuamente. Debes un verdugo en tu vida porque requieres salvar a ese verdugo y reconducirlo.

El problema es que los verdugos nunca se dejan reconducir, viven en su sombra y ahí seguirán, mientras, tú pierdes tu vida y tu energía volcándote en esas personas. Hazte consciente de ello. Piensa que lo único que tu inconsciente quiere es revivir continuamente aquella situación infantil frustrante, para seguir reclamando el amor del adulto que más gritos daba y del que te sentiste profundamente desvinculado y desatendido. Ponle cara y nombre a ese adulto, ¿era tu madre?, ¿fue tu padre?. Dile no a su amor enfermizo.

Dile no a los conflictivos. Aprende a buscar el amor en personas tranquilas, dulces y sinceras y di “no” por primera vez en tu vida a los verdugos. Si no lo haces nunca encontrarás el amor verdadero, ni la amistad verdadera y desperdiciarás toda tu energía en intentar ser amado o requieredo por la persona equivocada.

MISIÓN ALMICA 1

MISIÓN ALMICA 2

MISIÓN ALMICA 3