Esta piedra siempre ha sido muy valorado en la historia. Incluso aquellos que creen en la existencia de la Atlántida comentan que se levantó gracias al lapislázuli. En Egipto era una piedra muy codiciada incluso con motivos medicinales.

El lapislázuli puede ayudarnos a clarificar nuestros pensamientos cuando nos sentimos rodeados del caos. De esta manera puede guiarnos en la toma de decisiones o simplemente en la organización de ideas o planes. Su energía también influye sobre el embotamiento mental ayudándonos a despejarlo. Nos ayuda a tomar consciencia de nuestros verdaderos tensiones y nos da pistas para saber cómo solucionarlos.

El lapislázuli es otra de esas piedras que conviene tener a mano en el trabajo espiritual.

También es un cristal comunicador de manera que resulta imprescindible cuando sabemos que vamos a tener que hablar mucho y bien como en un examen, una entrevista de trabajo, etc… Al margen también puede ayudarnos a expresarnos correctamente y a armonizar nuestros pensamientos con nuestra palabra. Esto es especialmente útil en aquellas personas que por su timidez no son capaces de hablar como quisieran.

Básicamente su fuerza se concentra para desbloquear las energías de los chakras, de manera que es especialmente útil para desbloquear el tercer ojo y permitirnos desarrollar todas esas capacidades que llevamos ocultas. Así nos permite desarrollar nuestra intuición y tener una mayor claridad de pensamiento espiritual.

A su vez, por sus tonalidades azules, es fabuloso para trabajar sobre nuestra voz interior. Para escuchar correctamente a nuestro espíritu y a la vida. Puede ayudarnos también a tener nuestras percepciones más refinadas y obtener así una mayor conexión con el Todo.

También es un buen estabilizador psíquico lo que nos permite entre otras cosas aprender a discernir entre realidad y fantasía, entre intuiciones espirituales y sueños mentales.

Es una de las piedras del tercer chakra, del quinto chakra y del sexto chakra de modo que es fabulosa para activar la energía de estos importantes centros de poder.

Ayuda a pensar, despierta la mente a una conciencia superior, muy utilizada en la meditación, desbloquea los chakras, eficaz en el desajuste emocional.

Cura la melancolía y es indicada para el tratamiento de las afecciones del bazo.

Atrae la fortuna y la fama.

Abre el chakra: la corona

Afinidad con los signos de: Tauro, Cancer, Capricornio, Acuario, Libra

Extraída en Afganistán durante más de 7.000 años, la “Piedra Armenia” es una roca permanente – sí, es una roca –; a diferencia de las otras gemas, es un compuesto de varios materiales con salpicaduras centelleantes de pirita (o oro de los locos) que refuerzan su aspecto místico.

Además de sus importantes propiedades cicatrizantes, purificadoras y curativas, el lapislázuli supuestamente también señala el camino de la iluminación y ayuda a la apertura del tercer ojo. Era popular entre los antiguos alquimistas (que la flamaban sapphirus), se utilizaba en medicina, cosmética y pintura. También se creía que otorgaba habilidad, éxito, favor divino, sabiduría de anciano y que curaba los dolores de garganta. ¡No es de extrañar que fuera tan valiosa como el oro!

La antigua ciudad de Ur ya mantenía un floreciente comercio de lapislázuli en el cuarto milenio antes de Cristo y aparece en varios pasajes del Libro de los M.tos como piedra de inscripción. Era una de las piedras que figuraban en el bíblico “Peto del Juicio” de Aaron (Éxodo: xxviii, 15-30). Pero los romanos (típicamente) creían que era un poderoso afrodisíaco. En la Edad Media, se creía que mantenía los miembros sanos y liberaba el alma del error, la envidia y el miedo.

Cuando se introdujo por primera vez el lapislázuli en Europa, se le llamó ultramarino, que significa más allá del mar. El lapislázuli molido mezclado con aceite era el secreto del azul en el ultramarino, el pigmento con el cual los pintores solían pintar el mar y el cielo hasta el siglo diecinueve.

De entre las piedras preciosas, el lapislázuli es la única “roca” (compuesta por varios minerales en vez de por uno solo). El azul característico proviene de los minerales de sodalita, el blanco de la calreunión y sus centelleantes salpicaduras doradas de la pirita. Todos los lapislázulis son opacos.

El lapislázuli viene en segundo lugar en cuanto a popularidad en la joyería de hombre, después del ónice negro, mientras que en la joyería de mujer su uso más común es en cuentas o pendientes.

La calidad superior se caracteriza por ser de un azul oscuro e intenso, sin calreunión visible y unas simples salpicaduras de pirita. El «azul real» (“royal blue”) es un término que describe un material de calidad. Cuanto más claro se vuelve el color (indicando mayor presencia de calreunión) más disminuye el valor del lapislázuli, siendo la calreunión visible un claro perjuicio. La calidad de la talla también es un factor importante para el valor.