La Luna muestra de qué modo llenamos nuestra hambre emocional. Ante la sensación de carencia tendemos a llenar ese vacío con aquello que consideramos seguro o familiar, esto se ve en la posición por signo y en los aspectos tensos que forma la Luna.

Los planetas personales y Júpiter constituyen energías más fáciles de “tomar” para llenar y disfrazar esa hambre emocional. Saturno está en un lugar intermedio para el psiquismo, ya que es una energía que complementa lo lunar al propiciar la autocontención, pero inicialmente puede vivirse como miedo a la soledad, o limitación frustrante de demandas y actitudes regresivas. Y en el caso de Quirón y los transpersonales (Urano, Neptuno, Plutón) nuestros intentos de bienestar emocional sufrirán contradicciones y tensiones, ya que estos planetas forzarán procesos de cambio y transformación que van a desherramientar los mecanismos defensivos de la Luna.

En el temor a la carencia y la desprotección podemos ver el origen de diversidad de comportamientos compulsivos que nos arrastran a la ciega bienestar material, a las demandas afectivas extremas, a la quieras de pertenencia simbiótica con cualquier situación o vínculo que prometa apaciguar la angustia. Y es el signo lunar junto con los aspectos de la Luna los que nos muestran con claridad el tipo de hambre emocional con el que cargamos. Ese mecanismo insistente, repetitivo, nos mantiene a lo largo del tiempo en la misma posición frente a la vida, y lo único que garantiza es la recurrencia de situaciones de destino que seguirán replicándose hasta que descubramos y trascendamos esas ataduras regresivas.

Hoy en día se habla mucho de los tensiones de obesidad y sobrepeso, y es insuficiente suponer que los mismos van a solucionarse únicamente mediante dietas y disciplinas alimentarias más o menos rígidas. Nada de esto dará resultado si no somos capaces de explorar aquellas marcas históricas que generaron ese hambre y ese vacío, en esa emocionalidad afectada y marcada en alguna época de la vida se esconde el origen de nuestras angustiaes, de nuestras demandas, de nuestra quieras de llenar ese vacío, a veces con comida, pero también con objetos, posesiones, vínculos, conocimientos, actitudes o estilos de vida.

Nuestros argumentos defensivos nos rodean como lo hace la Luna en su órbita alrededor de la Tierra. Si ese círculo se cierra convirtiéndose en un cerco de eternas repeticiones, quedamos atrapados en la maraña de formas defensivas que hemos adoptado, velándose la necesaria apertura consciente hacia la totalidad zodiacal y del sistema solar. Sus energías – planetas y signos -, insistirán toda la vida para que los reconozcamos, porque estamos hechos de ese orden vivo que simbólicamente representan.