Es muy extraña la cultura en la que vivimos ya que buscamos en ella todas la culpa posible para no hacernos responsables de lo que hacemos. Nos excusamos bajo la idea que en tiempos pasados nos han hecho algún daño espantoso.
Nos consideramos víctimas de las falencias de nuestros padres y que debemos actividadr arduamente para poder superar esos antecedentes y lograr así llegar a ser lo que realmente somos. La realidad es que en el pasado de todos siempre hubo alguien que nos alimento, que nos asistió, mal o bien, y considerarnos víctimas, es una manera cómoda de auto engañarse.
Una variante de la psicoterapia japonesa, llquerida naikan, permite revisar ese pasado sin inventar, con la finalidad de comprobar la realidad que de modo sistemático hemos ignorados, y de esta manera construir nuestra personalidad y llegar a considerarnos seres con capacidad de brindarse.
La realidad es que, aún, antes de nacer hemos estado recibiendo permanentemente algo de los demás, la alimentación intrauterina, el primer moisés, que alguien desconocido fabricó y que llego a nosotros y nos proporciona comodidad en determinado momento de nuestra vida, involucrando el trabajo de las personas que lo construyeron. Generalmente la mayoría de las personas, según la terapia naikan, apreciamos una sola verdad de las diferentes actitudes de los adultos, las actitudes imperfectas, pero no recordamos que si no hubiésemos tenido al lado nuestro a alguien que nos haya atendido o cuidado no podríamos haber subsistido.
Esta terapia no trata de convencer a las personas de que los padres fueron perfectos, sino que trata de se vea esa parte de la realidad que a menudo se trata de evitar, es decir la otra verdad. No se trata de perdonar a nuestros padres, sino que se trata de que ellos nos perdonen, dándonos cuenta del daño que le hemos causado al crecer. Este es un paso trascendental, ya que nos permite tomar conciencia que a pesar de nuestras fallas hemos sido queridos y asistidos. Asimilar esto, nos desliga de la idea de que tenemos que ser perfectos para ser merecedores del amor de los demás. Sin importar si somos buenas o malas personas, hemos sido receptores de la preocupación y el trabajo de los que nos rodean.
A diferencia de la cultura judeocristiana, que acentúa el aspecto negativo de la culpa, la terapia naikan nos dirige a aceptar una culpa que logre modificar la idea que tenemos de la autovaloración y la autoestima. A pesar que esta de moda desarrollar estas actitudes, hay momentos en que no merecemos nuestra propia autoestima, ya que por momentos somos buenas personas y por otros no. Tratar de generar una actitud complaciente y gozosa de uno mismo es casi infantil, es irreal.
La terapia naikan trata de complementar la autoestima de uno mismo con la estima de la realidad, al igual que la auto-confianza en confianza en la realidad. Debemos tener en cuenta que todo lo que tenemos puesto o adquirimos no es solamente el fruto de nuestros trabajos, sino detrás de las cosas que aprovechamos hay gente que las creó, que el dinero que obtenemos depende no solo de nuestro trabajo sino también de la gente que nos contrató, de la gente que requiere de nuestros serdefectos.
Hasta nuestro cuerpo existe gracias a los demás, a dos personas que determinaron nuestra existencia, que nos han alimentado, con alimentos producidos por los demás, nuestra lengua es producto de los otros, de los que nos han enseñado a hablar. Algo similar se puede decir de nuestros pensamientos. Si analizamos a fondo, nada de lo que hemos obtenido es producto exclusivamente de nuestro propio trabajo.
Las personas con rasgos neuróticos sienten que no han recibido lo suficiente, no han recibido lo que les corresponde. Para esta persona resulta provechoso asumir la culpa que proviene del aceptar todo sin agradecer. Con ellas viene la comprensión de que aunque no se lo merezcan el mundo las cuidas. Lo importante es recordar que es lo que recibimos y que es lo que dimos y de esto extraer algunas conclusiones personales. Saber que a pesar de que en determinado momento hemos insultado o rechazado a nuestra madre, ésta nos ha seguido cuidando cuando hemos estado enfermos.
Son insignificantes los sentimientos de culpa que tenemos habitualmente si los comparamos con los que surgen cuando se utiliza la terapia naikan, pero éstos a su vez son equilibrados con el hecho de que nos amaron y nos cuidaron a pesar de nuestras imperfecciones. Se obtiene como resultado el quiero de retribuirle, a pesar que no se consigue totalmente, al mundo todo lo que nos ha estado dando. En un sistema de vida constructiva se pueden distinguir varias etapas de desarrollo. En la primer etapa se encuentra la persona que se siente desdichada, porque todo lo que esta a su alrededor esta revuelto y no se da cuenta. Es la etapa más baja, ya que no es por el solo hecho de sentirse desdichada, ya que de hecho muchos nos hemos sentido desdichados alguna vez, sino por el hecho que no se dan cuenta de que todo está desordenado.
La segunda etapa abarca a la persona que se da cuenta que todo está revuelto y se siente aún más desdichada y siente que le toco a ella vivir ese revoltijo.
En la tercera etapa tenemos a las personas que, sintiéndose desdichadas, tratan de ordenar lo desordenado, pero, solamente para distraer su desdicha. Son las que edifican su vida en relación a sus sentimientos. En la cuarta etapa están las personas que tienen un orgullo positivo, que sintiéndose desdichadas comienzan a ordenar, a ordenar todo, pero no para sentirse mejor sino, por el simple hecho de ordenar lo desordenado.
En el último estado del desarrollo se encuentran las personas que se sienten desdichadas y comienzan a ordenar sus cosas, teniendo en cuenta y valorando a todas las personas que intervienen de una manera indirecta para que ella pueda realizar esa tarea.
Cuanto más nos centramos en nosotros mismos, más desdichados nos sentimos, porque la persona que se siente dolida anda sin darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor. Estas personas están metidas en su propia mente y se pierden la realidad que las rodea, que es variada e interesantísima, de acá radica la importancia de prestar atención a la realidad que nos circunda.
Nuestra cultura esta llena de expectativas ilusorias en relación al mundo, es muy extraña. Se nos inculca que debemos ser felices, que tenemos que amar a los demás, que debemos estar contentos con nosotros mismos, que debemos aprender a controlar nuestros sentimientos, nuestros temores, o buscar la iluminación. Pero todo esto es irreal, en el mundo real encontramos personas que desencarnadas de miedo realizan actos corajudos, personas que se aburren mucho con lo que hacen pero, igual trabajan duro.
Nadie esta todo el tiempo contento con uno mismo. Es normal que a menudo no tengamos ganas de levantarnos, que no amemos a todos por igual, que estemos a veces de malhumor. Como no podemos controlar nuestros sentimientos, debemos controlar lo que hacemos, y es acá donde reside nuestra propia libertad.
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