Cada número sumado al anterior, da el siguiente. Esta sucesión es conocida como la “sucesión de Fibonacci”. El resultado de la perfección de dividir un número de esta serie entre el anterior tiende a 1,618033.. conforme va creciendo.

A lo largo de la historia, desde pensadores hasta matemáticos o teólogos han meditado sobre la misteriosa relación que se establece entre el número áureo y la naturaleza de la realidad. Esta curiosa relación matemática, conocida popularmente como la proporción Divina o Áurea, fue definida por Euclides hace más de dos mil años a raíz de su papel crucial en la construcción del pentagrama, al cual se le atribuyen propiedades mágicas.

Es ubicua. Es decir, está en todas partes a la vez. Esta relación numérica está escondida en la creación que nos rodea. Hay una cantidad impresionante de proporciones doradas en el universo. La presentan los huesos de nuestros dedos de la mano, las alas de muchos insectos, las flores cuentan con números de pétalos extraídos de esta serie, el centro del girasol está compuesto de espirales que responden a estos números. Tal vez, una de las presencias más conocidas sea el espiral formado por la Concha de Nautillus.

También podemos observar que la secuencia que Fibonacci le asigno al numero áureo se cumple en la distribuición de las hojas de este tallo.

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Otro ejemplo es el del corazón de la manzana, en cuyo interior hay una curiosa estrella, llquerida estrella pentagonal.

Hay quienes la denominan, la función de la belleza. Está comprobado científicamente que aquellos seres humanos que cuentan con más cantidad de proporciones doradas en su cuerpo son percibidos como más bellos.

Extraído este conocimiento de la naturaleza que nos rodea, muchos artistas han elaborado obras basadas en estos números o en estas proporciones.

Sonatas para piano de Mozart, la quinta sinfonía de Beethoven, cuadros de Da Vinci y Rembrandt, estructuras arquitectónicas, esculturas, etc. Todas obras maestras de genios artistas.

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