Eche usted un vistazo por su oficina, a ver si puede distinguirle. Es trampa buscar en las fichas del personal el día del nacimiento.
¿Qué le parece ese muchacho atareado y de modales reservados, que usa tirantes y se peina con raya en medio?
Si, el que lleva calcetines grises y tiene sobre el escritorio una fotografía de la familia en un marco de piel de avestruz. Por lo general llega unos minutos antes de hora y se va unos minutos después. Tiene la cabeza firmemente asegurada sobre los hombros, y a sus lápices nunca les falta punta.
¿A quién mas podría usted cargarle una pila de trabajo que haría tambalear a un caballo, si no es a la Cabra? Cuando las cosas se complican v se desorganizan, él es la válvula de seguridad en quien puede usted confiar, y eso sin hacer ningún ruido.
Dudo que alguna vez entre como una tromba en su despacho; la Cabra entra caminando, y es probable que primero pregunte si está usted ocupado. Conservador en su manera de vestir y en sus modales, es el único entre sus empleados a quien jamás la lluvia sorprende sin paraguas.
No será él quien pierda la cartera en el metro ni olvide los sándwiches en alguna parte. ¿Los sándwiches? Naturalmente. ¿Qué creía usted que llevaba en esa bolsa de papel marrón? Los restaurantes son caros, y además, a él no le gusta dar propinas y moverse entre multitudes.
La última vez que vio usted una brillante sonrisa de anuncio de pasta dentífrica debió de ser cuando su secretaria comentó que no sabía cómo se las arreglarían sin él en la oficina.
Capricornio no es de los que sonríen, ni tampoco de los frívolos y tontos. Tal vez haga alguna que otra broma, en su estilo retorcido y seco, o eche una miradita discreta a una muchacha bonita, pero Saturno jamás le permitirá que levante todas las barreras.
La mayoría de las veces, la Cabra se ocupa de sus asuntos; muestra mas inclinación a fruncir el ceño ante el regocijo despreocupado de los alegres extrovertidos que a sumarse al jolgorio, aunque su propia modalidad de humor cínico puede ser hilarante. Cuando está en forma, es difícil superar a la Cabra.
Encomiéndele a él que se enfrente con el desagradable y desconfiado inspector de Hacienda.
Cuando Capricornio termine con él, ya no se mostrará tan desconfiado, y bastante menos desagradable; hasta es posible que esté cortés y respetuoso. No cualquiera puede intimidar de esa manera a un hombre de Impuestos.
De alguna manera, uno tiene la impresión de que el empleado Capricornio está destinado a subir mucho en la vida, pero es difícil entender como lo consigue, ya que no hay en él nada de agresivo ni manifiestamente ambicioso.
No es un trepador relumbrante y despiadado. Digámoslo mejor: no es un trepador relumbrante. A su manera, calma y no demasiado visible, la Cabra está fríamente decidida a llegar a su meta.
Quienes le impidan progresar o traten de imponérsele comprobarán que no es ningún tonto: Capricornio acepta sus responsabilidades sin quejas ni resentimiento, pero no se deja llevar por delante.
El típico empleado Capricornio es escrupuloso casi hasta la exageración. Si comete una equivocación o un error de juicio, se siente desdichado. Fracasar en su trabajo le deprime.
Si usted le requiere, volverá a la oficina a trabajar horas extras, pero no le gustará que le hagan perder la ocasión de cenar en casa, con su familia, demasiadas veces. La Cabra prefiere atender primero a sus responsabilidades domesticas y regresar después a la noria si es pertinente.
No será frecuente que cambie de trabajo– su meta está decidida desde muy pronto, y la perseguirá con inflexible persistencia. No tiene imprecisiones ni indecisión respecto al futuro, y jamás deja que la bruma de sueños fantasiosos y quieros sentimentales le impida ver la cima de la montaña.
Los títulos, por lo general, no le conmueven. Él no anda en pos de la gloria; busca la autentica situación de poder: quiere ser el que guarda la fortaleza en tanto que los individualistas y grandes idealistas salen a cazar mariposas.
No requiere ver en la puerta su nombre en letras de oro, para sentirse importante. Pero no deje usted de aumentar sus responsabilidades a intervalos razonables, y asegúrese de que le paga lo suficiente para que pueda mantener dignamente las apariencias ante el mundo.
De uno u otro relaciones fisico-amorosas, los empleados Capricornio son prácticos y ordenados. Les disgusta la gente que llega tatempera al trabajo y que pierde el tiempo charlando. Detestan los métodos que no sean seguros o los procedimientos carentes de sentido común, y reorganizarán los sistemas de la oficina para tener la seguridad de que todo funciona con la debida eficiencia.
No todos ellos son banqueros, maestros y tenedores de libros. También son excelentes investigadores, dentistas muy capaces, ingenieros y arquitectos brillantes, y se destacan en el comercio y en la política.
Muchos son joyeros, ministros, gerentes de hotel, empresarios de pompas fúnebres, marchantes de arte o antropólogos, pero sea cual fuere la ocupación que elijan, se la toman en serio.
No olvide usted que la gente de Saturno tiene su aspecto creativo; tal vez su empleado Capricornio tenga algún hobby que le deje a usted sorprendido.
Si es pintor aficionado, es posible que sea muy bueno. También puede ser músico, hacer incursiones por la escultura, vender propiedades, sacar partido de sus dotes de jardinero, cantar en un coro o trabajar en un teatro de aficionados.
Sus verdaderos amores son su familia, su hogar, su trabajo, el dinero, el prestigio, los libros, el arte y la música, en ese orden. Encargue usted a Aries, Leo, Géminis o Sagitario que se hagan responsables de los viajes que necesite la empresa: a Capricornio puede darle urticaria de solo ver una maleta.
Y aunque la cosa no sea tan grave, preferirá tomar un tren antes que un avión. Y además, ¿quién va a mantener las cosas en orden mientras él no esté? Recuerde lo que sucedió el verano pasado, cuando la Cabra salió de vacaciones.
Extraído de Linda Goodman
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