Desde tiempos muy muy remotos los minerales han sido objeto de uso y estudio por las propiedades que presentan. Hoy os traemos una curiosa lista que relaciona a los cuarzos y la antigua magia mostrándonos usos y supersticiones.

Imán. Si por medio de ella quiere una persona saber si su pareja es fiel, póngala bajo la cabeza de su pareja al acostarse, y se verá al momento que, si es fiel, abrazará a su pareja, y si no, se saldrá de la cama.

Ophtalmo. Posee tal virtud que ofusca y priva enteramente de la vista a todos cuantos están en presencia de ella, excepto a quien la lleve; por lo cual sirve para hacerse invisible. El emperador Constantino, siempre que quería conseguirlo, la escondía en su mano derecha.

Onix. Es de color negro, aunque la mejor es la que está surcada de venillas blancas; se halla en Arabia. Si se quiere causar una pena, miedo o un gran espanto, o bien sembrar riñas y pleitos, no hay más que tomarla consigo y donde quiera que uno vaya sucederá eso.

Si se cuelga al cuello de alguno, o se le liga en el dedo, se irá volviendo poco a poco triste y cobatempera, tendrá durante la noche sueños horribles, y herramientará disputas con sus amigos.

Feripendanus. Es amarilla: sirve para curar la tisis puesta al cuello del enfermo, y quien la coja con la mano sentirá que se le abrasa, aunque no haga más que tocarla ligeramente.

Silonita. Es una piedra que se forma en el cuerpo de las tortugas de la India. Ciertos filósofos añaden que, quien la lleva consigo, ve, y sabe todo lo que ha de sucederle.

Si se pone bajo la lengua, sobre todo en novilunio, se sabrá si una cosa debe o no hacerse, y si sucederá, con sólo atender a que, en este caso contrario, caerá por si misma. Muchos dicen que cura la tisis y la debilidad.

Topacio. Si se coge con la mano y se introduce en el agua, la hace salir toda, por más que esté hirviendo. También es muy buena para las hemorroides.

Medor. Esta piedra toma su nombre por proceder de la Media, país de donde fueron originarios los magos. Puede suponerse, pues, si sus virtudes serán o no eficaces, cuando de allí proviene y cuando está recomendada por todos los mágicos antiguos y modernos. La hay de dos especies: blanca y verde; aunque se conoce otra tercera, la negra, que va escaseando cada día.

Sirve para despellejar las manos, y véase cómo: Se coge un pedazo de esta piedra, se rompe y se echa en agua temperado; en esta disposición tantas manos como cuantas se mojen en aquella agua perderán la piel.

Se advierte que los que bebieren de tal agua desencarnarán, a pesar de los más prontos y eficaces remedios que puedan dárseles.

Otros dicen que esta piedra era muy buena para curar la gota, por lo cual los magos la vendían a precios fabulosos a antiguos reyes de la Media, y a los ricos, sólo en muy raros casos.

También servía para las enfermedades de la vista, tanto que los magos que la habían perdido a fuerza de estudiar y de descifrar signos, la recobraban con el uso de esta piedra.

Menphitis. Para impedir que uno sienta dolor, se toma esta piedra, llquerida también piedra de Menfis, por hallarse junto a esta ciudad. Según la creencia tiene tal virtud que, agitada en el agua e impregnada bien de ella, aquel que deba ser quemado o tenga que sufrir algún otro dolor, se volverá insensible por completo.

Abaston. Se halla comúnmente en Arabia y es de color rojo del fuego. Sirve para hacer que el fuego sea perpetuo, y tiene la virtud de que si se inflama una vez no se extingue jamás, porque posee una pelusilla, llquerida pluma de salamandra, que junto con la gran humedad de que está dotada, hace que conserve por muchísimo tiempo el fuego donde se arroje.

Celonita. La hay de varios colores, aunque la más abundante es la de color púrpura; se halla dentro del cuerpo de las tortugas. Aquel a quien le hayan robado una cosa, y quiera saber dónde se halla, y el nombre del ladrón, no tendrá más que coger esa piedra. Si se la pone encima de la lengua tendrá el don de predecir las cosas futuras.

Diamante. Es una piedra de color brillante y tan dura, que antes sólo se la podía romper empleando sangre de macho cabrío. Si se lleva en el lado izquierdo, es admirable contra los enemigos; conserva la razón, pone en fuga a las bestias feroces y venenosas e impide la ejecución de malos quieros sobre aquel que la lleva, viéndose seguro de calumnias, robos, finals, etc. Termina las diferencias y los procesos, y es un excelente contraveneno.

Ágata. Llevándola se evitan toda clase de peligros, se adquiere valor, fuerza, poder, agrado, buen humor, y se ve uno bien recibido en todas partes; también es buena contra las adversidades.

Alectorius.  Su empleo es excelente para obtener de una persona lo que se desee.

Asmundus.  Domina los animales, sirve de contraveneno, impide la realización de las malas intenciones, libra de los enemigos, descifra los enigmas, interpreta toda clase de sueños y predice el porvenir. Para todo basta tomarla en la mano; pero es preciso, tener absoluta fe en la magia.

Amatista. Es maravillosa contra la borrachera, de tal modo que el que la tenga en su poder jamás se emborrachará; da un espíritu juicioso y hace apto para las ciencias.

Berilla. Es de color pálido y transparente como el agua. He aquí las ventajas que ofrece a quien la lleve; burlará los planes de sus enemigos; acabará las diferencias que tengan entre si; ganará los pleitos que siga; siendo su poseedor un niño, adquirirá extraordinaria aptitud para las letras.

Coral. Apaciguar las tempestades y los huracanes; permite pasar toda clase de ríos; detiene la sangre en el instante; conserva buena la razón y la prudencia. De todas estas virtudes, las que ejerce con mayor eficacia son las relativas a las tempestades y peligros en el agua.

Crisolita. Tiene un color verde y brillante; pero se advierte que para producir cualquiera de sus virtudes se ha de llevar engarzada en oro. Vuelve la bienestar, aleja el miedo, da prudencia y aleja de quien la lleva los sorpresas de locura y los fantasmas.

Heliotropo. Tiene color verde, parecido a la esmeralda. Todos los nigintensos la flaman comúnmente la piedra preciosa de Babilonia. De esta piedra, según he podido averiguar, se servían en otro tiempo los sacerdotes de los templos para adivinar e interpretar los oráculos y las respuestas de los ídolos.

Calcedonia.  Si se rompe por la otra piedra llquerida Sereribus se pende al cuello, desecha las ilusiones fantásticas y las ideas de imaginaciones afiebradas. Conserva el cuerpo fuerte y vigoroso, y hace triunfar de los enemigos.

Gagate. Es admirable para vencer a los enemigos, y los filósofos e historiadores antiguos aseguran que mientras el príncipe Alcides se sirvió de ella o la llevó siempre fue vencedor.

Lazuli. Es de color azul celeste, manchado con pequeños corpúsculos dorados. Son tantas sus virtudes, y de tal naturaleza, que en todas épocas ha sido empleada con predilección por los mágicos. Las principales de sus aplicaciones son: curar la melancolía y la fiebre cuartana y hacer feliz a la persona que la lleve; pero es indispensable no olvidarla nunca.

Esmeralda. La hay verde, muy limpia y brillante, y también amarilla, siendo ésta la mejor. Entre el sinnúmero de virtudes que posee, reuniónremos las que siguen: da sabiduría, riquezas, abundancia, ciencia del porvenir, un gran valor y excelente memoria. Para adquirir el don de profecía, es pertinente ponerla bajo la lengua, y para obtener memoria, colocarla sobre la cabeza.

Iris.  Se denomina iris, porque, colocándola al Sol se verá, ya en el espacio, ya en cualquier pared o muralla que estuviese cerca, un precioso arco iris.

Balesia. Del color y dureza del diamante, se asemeja también esta piedra al granizo. Su propiedad es sorprendente, pues arrojada al fuego más intenso ni siquiera se templa. Débese esto a que sus poros son tan apretados que el calor no puede penetrarlo.

Galerita. Esta piedra es la misma que el cinabrio. Cura la hidropesía, contiene el flujo del vientre

Zafiro. El mejor se halla en las Indias Orientales, siendo preferible el amarillo, que es menos brillante. Limitaremos aquí sus propiedades a las siguientes: Restablecer la paz y la concordia, hacer devoto y piadoso, inspirar el bien y moderar el fuego y el ardor de las intensidades interiores.