Babaji, el Cristo-Yogui de la India Moderna

Los riscos de la zona Norte del Himalaya, cerca de Badrinarayan, todavía están bendecidos por la presencia viva de Babaji, gurú de Lahiri Mahasaya. El recluido maestro ha retenido su forma física durante siglos, quizá milenios. El inmortal Babaji es un avatar. Esta palabra sánscrita significa “descenso”; sus raíces son ava, “abajo” y tri, “pasar”. En las escrituras hindúes, avatar significa el descenso de la Divinidad a la carne.

“El estado espiritual de Babaji está más allá de la comprensión humana”. “La estrecha visión humana no puede llegar hasta su trascendental estrella. Es en vano imaginar siquiera las conquistas del avatar. Son inconcebibles”.

Los Upanishads han clasificado minuciosamente cada una de las etapas del avance espiritual. Un siddha (“ser perfecto”) ha progresado desde el estado de jivanmukta (“liberado mientras vive”) al de paramukta (“liberado absolutamente”, con total poder sobre la muerte); el último ha escapado por completo de la esclavitud de maya y su rueda de reencarnaciones. Por ello el paramukta raramente regresa a un cuerpo físico; si lo hace, es un avatar, un medio señalado por la divinidad para traer supremas bendiciones al mundo.

Un avatar no está sujeto a la economía universal; su cuerpo puro, visible como una luminosa imagen, está libre de deudas con la naturaleza. Una mirada casual quizá no vea nada extraordinario en la figura de un avatar, pero puede no proyectar sombra ni dejar huella en el suelo. Éstas son pruebas simbólicas externas de la carencia de oscuridad interior y de esclavitud a la materia. Sólo un hombre de Dios tal conoce la verdad que existe tras las relatividades de la vida y la muerte.

Krishna, Rama, Buddha y Patanjali figuran entre los antiguos avatares de la India. Alrededor de Agastya, un avatar del Sur de la India, se ha desarrollado una considerable literatura poética en tamil. Realizó muchos poders durante los siglos que precedieron y siguieron a la era cristiana, y se cree que ha retenido su forma física hasta hoy.

La misión de Babaji en la India ha consistido en ayudar a los profetas a llevar a cabo sus designios especiales. Esto hace que las escrituras le califiquen de Mahavatar (Gran Avatar). Declaró que él había dado la iniciación en yoga a Shankara, el antiguo fundador de la Orden de los Swamis, y a Kabir, el famoso santo medieval. En el siglo XIX su principal discípulo fue, como sabemos, Lahiri Mahasaya, quien revitalizó el perdido arte de Kriya.

El Mahavatar está en comunión constante con Cristo; juntos envían sus vibraciones de redención y han diseñando la técnica de salvación espiritual para esta era. La tarea de estos dos maestros plenamente iluminados –uno con el cuerpo y otro sin él- es inspirar a las naciones a abandonar las eventos suicidas, los odios raciales, los sectarismos religiosos y los contraproducentes males del materialismo. Babaji es plenamente consciente de las tendencias de los tiempos actuales, especialmente de la influencia y complejidad de la civilización occidental y comprende la quieras de expandir la auto-liberación del yoga tanto en Oriente como en Occidente.

Babaji

No debe sorprendernos que no existan referencias históricas a Babaji. El gran gurú no se ha mostrado nunca abiertamente, en ningún siglo; los tergiversadores focos de la publicidad no entran en sus planes milenarios. Al igual que el Creador, el único pero silencioso Poder, Babaji actúa en una humilde oscuridad.

Los grandes profetas como Cristo y Krishna vienen a la tierra con un objetivo específico y espectacular; parten tan pronto como lo han cumplido. Otros avatares, como Babaji, emprender labores que se relacionan más con el lento progreso evolutivo del hombre a lo largo de los siglos, que con un acontecimiento histórico excepcional. Tales maestros se ocultan siempre del gran público y tienen el poder de hacerse invisibles a voluntad. Por estas razones y porque generalmente ordenan a sus discípulos que mantengan silencio respecto a ellos, algunas elevadísimas figuras espirituales permanecen desconocidas del mundo.

“Babaji sólo puede ser visto o reconocido por los demás cuando lo quiere. Se sabe que se ha aparecido a diversos devotos de muchas formas ligeramente distintas, a veces sin barba y bigote y a veces con ellos. Como, al no deteriorarse su cuerpo, no requiere alimento, el maestro apenas come. Cuando visita a los discípulos, a veces acepta, por cortesía, frutas o arroz cocido en leche y mantequilla clarificada.

Un avatar vive en el Espíritu omnipresente; para él no existe la ley de proporcionalidad inversa al cuadrado de la distancia. Por tanto sólo puede haber una razón para que Babaji mantenga su forma física de siglo en siglo: el quiero de proporcionar a la humanidad un ejemplo concreto de sus propias posibilidades. Si al hombre no se le concediera un atisbo de la Divinidad encarnada, permanecería oprimido por el pesado engaño, creado por maya, de que no puede trascender su mortalidad.

Para Babaji, por ejemplo, no existen las relatividades de pasado, presente y futuro; ha conocido desde el comienzo todas las fases de su vida. Sin embargo, acomodándose a la limitada comprensión de los hombres, ha representado muchos de los actos de su vida divina en presencia de uno o más testigos. Así sucedió que un discípulo de Lahiri Mahasaya estaba presente cuando Babaji consideró que había llegado el momento de proclamar la posibilidad de la inmortalidad corporal. Hizo esta promesa ante Ram Gopal Muzumdar, para que pudiera ser conocida para inspiración de los demás corazones que buscan. Los grandes pronuncian sus palabras y participan en el curso aparentemente natural de los hechos, únicamente por el bien del hombre.