Los aparatos eléctricos y las emociones negativas son las principales fuentes que cargan energéticamente los espacios que habitamos.

La Organización Mundial de la Salud alertó sobre el «riesgo de enfermedads cronicas» de los teléfonos celulares, clasificando sus radiaciones en la misma lista que el escape de motores, el cloroformo y el plomo.

Sin embargo, las ondas que emiten los aparatos eléctricos que se usan en la casa tendrían una efecto similar en las personas y en los espacios que se habitan diariamente.

«Sus ondas electromagnéticas nos van dañando lenta y silenciosamente, especialmente cuando estamos dormidos, es por eso que han aparecido tantas nuevas enfermedads que la medicina no sabe como tratar».

Muchos estudiosos del tema afirman que la exposición constante a mantas eléctricas, radio despertadores y relojes eléctricos, computador, TV, hornos microondas, refrigerador, lavadora, WI FI, teléfonos celulares, fijos y todos los enchufes y cables de instalación eléctrica, pueden afectar la visión, el oído, el sistema inmunológico y también alterar las emociones.

¿En qué basan estas afirmaciones?

La explicación se relaciona directamente al aire que respiramos.

«El aire, como toda la materia, está compuesto de moléculas, donde cada una tiene un núcleo formado por protones de carga positiva rodeado de electrones de carga negativa, pero cuando el aire se contamina por ejemplo, de estos aparatos o por los vapores aldehídicos, gas radón y las sustancias que emiten las estufas y el humo del tabaco, entre otros edificadores, se produce un desequilibrio que elimina el electrón y se forma un ion positivo», puntualiza.

Por tanto, lo que sucedería es que los ambientes estarían cargados con iones positivos.

«El equilibrio de iones es muy importante, hasta tal punto que sin éstos, no sobreviviríamos. Científicos de muchos países han demostrado que la alteración del equilibrio natural de iones es perjudicial para el bienestar físico y emocional de los seres humanos».

Ejemplifican aludiendo las sensaciones que se producen al estar en un bosque, frente al mar, sobre una cascada, el campo, una fogata. Todos, ambientes con alta concentración de iones negativos. Es decir, lugares que cargan y expanden las capacidades propias de cada persona y equilibran la energía.

Cargas emocionales

Sin embargo, los eléctricos no son los únicos responsables de los ambientes «cargados». También las emociones, las discusiones y todo aquello que ocurre en la interacción también deja su huella en los espacios.

«Así como los seres humanos tenemos un aura, los espacios también tienen su propia aura ectoplásmica, donde queda grabada todas las vivencias que ocurren en la casa sean agradables o desagradables».

El ectoplasma, sería la «capa exterior del protoplasma de una célula protoplasma, que es la substancia que constituye la parte esencialmente activa y viva de la célula». En otras palabras se puede entender como una sustancia invisible al ojo humano que constituye cada objeto a nivel energético.

Las vivencias presentes como las pasadas queda impregnada en las paredes porque los espacios tienen memoria. «Nuestra casa es una representación simbólica de nosotros mismos y en un sentido más amplio, una prolongación de nuestro yo».

Por eso se puede entender cuando uno entra a una casa u oficina y siente que se le erizan los pelos o un repentino dolor de estómago, entonces, no hay duda. El ambiente está cargado.

Agrega que los elementos decorativos y la materialidad de éstos también incide en la «carga» de los ambientes. «El ser humano se alimenta por todos los sentidos y no es lo mismo estar viendo en una pared una calavera que un ángel, esos son mensajes que van al subconsciente y que afectan tu bienestar», opina la consultora en Feng Shui.

¿Cómo descargar?

La intoxicación por iones positivos en el aire puede considerarse como causa de debilidad, angustia, bajón insomnio, migrañas y enfermedads respiratorias.

El consejo para solucionar estos trastornos es rodeárnos de flores, humedeciendo y ionizando el aire que se respira en forma habitual.

«Las lámparas de sal son ionizadores naturales, su luz blanca y anaranjada activa la creatividad, relaja y refuerza la concentración y sus efectos se producen aún cuando la lámpara no esté encendida», afirma.

Por otra parte, tener plantas de helechos, cuarzos, prender inciensos, escuchar mantras y sonidos de campanas, gong, diapasones, cuencos y tambores, velas y humo, entre otros elementos que se pasarán por las paredes y por cada habitación.

Además, lo que se utilice tiene que ser intencionando para que sea lo correcto, ya que cuando se realiza cualquier limpieza también se despeja la vida de las personas que allí viven.

También, si el ambiente esta muy cargado, se puede cortar la luz en las noches, escuchar música elevadora, sacar en forma frecuente la basura usar colores, revisar las formas y materiales de la decoración que sean puros sin barnices ni pinturas contaminantes y que en la cama, el pijama, cobertor y las almohadas estén fabricados con telas naturales y no sintéticos.

Otro consejo casero, es tener agua con sal de mar en las habitaciones o espacios comunes junto con darse en forma habitual baños de tina con sal de mar, ambos para descargar y descargarse, respectivamente.

De todas maneras, lo fundamental en este ámbito será que cada persona tome conciencia de cómo están los espacios que vive y que se anime a cambiarlos. «La casa tiene que ser un vientre materno donde te guste estar, pero si te sientes incómodo es porque hay energías no muy puras que es pertinente eliminar», alienta Rosario Rojas.