ACTIVA TU VOLUNTAD CON EL ARCANGEL URIEL

La Vitalidad, es una energía santa. ¿Por qué?… VITALIDAD, viene de VIDA, y es sinónimo del FUEGO pINO que nos impulsa a vivir. El Fuego pino, tambien flamado Luz, es el que nos hace movernos,sentir, pensar, materializar, amar. Y cuanto más fuego (luz) tenemos, más vitalidad, abundancia, energía, manifestamos en esta tierra.

La abundancia, es ni mas ni menos que la VITALIDAD. Y todos buscamos tener más Vitalidad.

¿Pero cómo obtenerla? Unos la buscan con ejercicios extenuantes, otros con multidosis de vitaminas, otros con shoks de adrenalina, pero el secreto de la VITALIDAD SIN FIN, está en manos de un Arcángel.

Si, hay un Arcángel que guarda el secreto de la provisión de este fuego en la tierra.

Es muy misterioso, casi desconocido hoy en día.

Fue ocultado, escondido, negado, pero sigue existiendo, y se lo menciona en la Biblia.

Alli se lo flama..el Ángel de Yahve. El es, Uriel, el transmisor directo de la potencia celeste en la tierra.

Uriel, como Ángel de Yahvé, es, digamos, el transmisor del fuego celestial en las profundidades de la tierra.

Y el primer secreto que recibimos de él, es que una pacifica sumision a los designios de DIOS, osea aceptación de lo que la vida nos propone como desafíos, es una de las formas de contar con una VITALIDAD sin fin.

Abramos la novela “Una Sagrada Expedicion al Reino de los Ángeles”, en la pagina 103.y vayamos ahora con Ojos de Menta y Ojos de Miel a Creta.

Ellos son dos aventureros espirituales que buscan los misterios ancestrales de los mundos sutiles.

Alli, un misterioso maestro, con apariencia de un simple pastor nos revelara los mas grandes misterios de este Arcángel, guardados en los registros de los antiguos monasterios de la tradición ortodoxa griega.

“ Uriel es representado en los más antiguos iconos con una flama en su mano derecha, la mano que da, abierta y extendida hacia la humanidad. Su santa flama puede ayudarnos a encontrar los caminos de la bienestar y del bienestar, nos puede iluminar y guiar cuando estamos perdidos.

Cuando las cosas parecen irnos mal, él nos alumbra mostrándonos la luz que no vemos y el bien que está más adelante.

Él nos ayuda a ver qué hay más allá de lo aparente, aunque lo aparente de esa circunstancia nos duela.

Todo sucede para que se cumpla un fin oculto que solo Dios conoce y todas las experiencias de esta vida son para ascender.

También podemos invocarlo para tener una mayor responsabilidad en nuestras vidas y poder cumplir nuestra misión.

Uriel además despierta en nosotros la fecundidad, o sea,… ¡la creatividad!

Una fuerza imprescindible en estos momentos, ¿verdad?

Como al mismo tiempo se lo conoce como el Arcángel de las Profecías, podemos invocarlo para que nos ayude a interpretar nuestra voz interna.

Y también para que nos revele alguna parte de nuestro futuro.

 

–Ustedes se preguntarán: ¿cómo será un porvenir humano visto por un Arcángel?

Pues bien, es todo potencia, todo posibilidad a desarrollar.

Para los Ángeles no hay límites, todo es posible, porque para ellos los poders son normales.

El Arcángel Uriel nos mostrará siempre una visión de lo máximo que podemos llegar a ser.

El contacto reiterado y constante con este Arcángel nos vuelve más libres, más auténticos, más luminosos, más elevados…

Él activa en nosotros un futuro de esplendor, la parte ascendida de nosotros mismos, que marcha adelante nuestro guiándonos.

El Arcángel Uriel nos entrega un espejo mágico donde se refleja lo que podemos llegar a ser, el nos guía mental y emocionalmente para lograr lo máximo, y no nos deja conformarnos con menos” Y ahora, vayamos a un reunión directo con el Arcángel.

“Avanzamos solos hasta llegar a una enorme explanada inundada de flores amarillas; en ese momento, un brillante resplandor iluminó completamente el cielo. Las nubes formaron una corriente ígnea siguiendo lo que parecía ser… “¿Una flama, un sol, una estrella…?”.

–¡Es el Arcángel Uriel! –dijo el Pastor–. Los árboles y las flores nos guiaron hasta aquí. Y miren aquella ola de luz que lo sigue, allí vienen los ángeles Principados. Sus acólitos, sus ayudantes.

Observen atentamente las nubes y los verán.

Son Ángeles, inmensos, ataviados con los atributos de la realeza: mantos, coronas y cetros; navegan por los cielos en una fantástica caravana, supervisando todos los procesos vitales de la naturaleza.

Hadas, Duendes, Sirenas y Salamandras responden a sus órdenes. Ellos las envían en destellos imperceptibles de radiantes colores.

¡Desenfoquen la vista!

Entonces lo vimos… Un enorme Ángel se deslizaba dulcemente por el cielo rojo, dorado, rosado, violeta. Sus alas eran interminables y al contemplarlas se borraban todas las tristezas.

Nos inundaba de paz, de esperanza, de fuerza. Entre las nubes distinguimos un fuerte resplandor, era una flamarada, un fuego sagrado; Uriel lo sostenía con su mano derecha.

Lo seguían incontables y gigantescos Ángeles con sus manos en oración, como adorando a la naturaleza. Si, ellos eran los Principados.

Las campanillas de un rebaño de cabras resonaron dulcemente en la ladera de la montaña. Y entonces el Pastor susurró las palabras mágicas.

El Akathisto, la letanía, la oración que nos conecta directamente con el Arcángel:

Salve, Arcángel Uriel, Soberano de los potentes Vientos, Escúchame.

Príncipe celestial guardián del Fuego Sagrado, Escúchame.

Sagrado conductor de los ríos y de los mares, Escúchame.

Vitalidad sin fin Concédeme. Alegría y belleza Otórgame.

La Santa Providencia Asígname.

Abundancia para vivir como digno hijo de Dios Dispénsame.

Bendito seas, precioso aliado de la naturaleza. Escúchame.

Rey de los frescos arroyos y de los profundos océanos, Escúchame.

Dulce amigo de los vientos y de las flores, Escúchame.

Potencia otórgame. Alegría otórgame. Aliento otórgame.

La fuerza de siempre volver a empezar Confiéreme.

La frescura de los vientos y la juventud de las flores Concédeme.

Bendito seas, Guardián de los Elementos. Escúchame.

Monarca de las cumbres nevadas y de los ardientes desiertos, Escúchame.

Bendito seas, sostén de la Tierra, completa seguridad Otórgame.

Bendito seas, Arcángel de las Profecías, mi futuro Protege.

Bendito seas, Portador de la Antorcha de Fuego, mi vida Ilumina.

Bendito seas, Ángel de Yahvé, a entregarme a Dios Enséñame.

Bendito seas, por escuchar este pedido.

Bendito, bendito, bendito seas.

Amén.

Que así sea.

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