¿ Cómo se crearon las almas?
Cuando hablamos de la historia de la humanidad, al remontarnos al principio de los tiempos, nuestra fuente más cercana (en la cultura occidental) es el cristianismo, que nos presenta los relatos bíblicos de la creación del hombre y la mujer:
Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.» Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó.
Génesis 1, 26-27

Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre tuvo aliento y vida. Yavé Dios plantó un jardín en un lugar del Oriente flamado Edén, y colocó allí al hombre que había formado.

Génesis 2, 7-8

El Génesis nos presenta dos relatos diferentes de la creación del hombre, en el primero, Dios crea al hombre y la mujer al sexto día. En el segundo, Dios crea primero al hombre pero al ver que se sentía solo, de su costilla crea a la mujer. Seas o no cristiano, es muy probable que hayas escuchado acerca de estas historias.
Bien, pero ¿qué es lo que Edgar Cayce nos transmitió a través de sus lecturas respecto a la historia de las almas? ¿Cómo llegó el hombre al plano terrenal según el profeta durmiente?
LAS ALMAS SEGÚN CAYCE

Edgar Cayce ( 1877/1945) fue un vidente y  psíquico estadounidense que hipotéticamente poseía la habilidad de responder a preguntas sobre temas tan diversos como curación, reencarnación, eventos, la Atlántida y futuros acontecimientos mientras se encontraba en un estado hipnótico. Estas respuestas llegaron a conocerse como las «lecturas de las vidas» y por lo general fueron manifestadas a determinadas personas mientras Cayce se hallaba hipnotizado. Esta habilidad que poseía hizo que adoptara el sobrenombre de El Profeta Durmiente

Según lo que Cayce vio en sus lecturas, la historia de las almas se remonta mucho más atrás de lo que podemos imaginar. Las almas fueron creadas por Dios. Desde su origen, las almas estaban formadas por tres componentes principales:
El espíritu, que es la parte de su naturaleza que la vincula con Dios, por el espíritu las almas acceden a lo divino.
La mente, aquella cualidad que le permite al alma crear, le permite construir con la fuerza de la vida.
La voluntad, el componente que le dio a cada alma su individualidad, la libertad para poder decidir qué y cómo crear.
En la creación, las almas existían en unidad con Dios, pero debido a que tenían voluntad, es decir libre albedrío, un gran número de almas empezó a decidir experimentar más allá de la sintonía con Dios, pues vieron que en otros planos, otras creaciones de Dios se estaban desarrollando. Así percibieron el plano terrenal y decidieron empezar a adentrarse en él, para lo cual fueron ingresando en la materia física.

En sus primeros pasos en la tierra, siempre según Edgar Cayce, las almas se materializaron en otras especies, pero se dieron cuenta que el cuerpo de los homo sapiens podían ser vehículos más apropiados para las almas que ingresaban en la materia. Así, a través de miles de años en su plano terrenal, las almas fueron experimentando diversas situaciones y se alejaron de su herencia divina.
Como al desencarnar el cuerpo del hombre, las almas recordaban todavía muy a topemente sus experiencias terrenales, se veían sujetas a volver a encarnar, de esta manera se convirtió la reencarnación y el Karma en leyes universales que rigen a todas las almas que decidieron alejarse de Dios y están en proceso evolutivo para regresar a él.

Puede entenderse que las almas hicieron un mal uso de su libre albedrío y ahora están atrapadas en el plano terrenal, en medio de un proceso de evolución que las hace entrar cuantas veces sea pertinente en este mundo para ir ascendiendo hasta alcanzar la unidad con Dios.

Pero también podemos entender esta historia de las almas como un camino de amor, Dios permitió que las almas pudieran experimentar en otros planos, pero nunca las abandonó, el lazo que une a Dios y sus criaturas nunca ha de romperse. Ahora, nuestro camino de regreso a la unidad con Dios, implica vivir en este mundo intentando cada día ser mejores, con la promesa de alcanzar, a través del amor, el camino de regreso a casa. No estamos perdidos, solo estamos lejos/cerca para aprender.