CUENTO: Del hombre y el Hada.

«Os contaré hoy, amigos míos, algo que viví hace luengos años»:

Despierto a un nuevo día. Desayunando, un musical televisivo (“Noches en la ciudad”) me conmueve. Elevo las persianas y reunión un día grisáceo.

Con ironía, llueve sobre las calles, las gotas cual lágrimas, rozan mis mejillas.

Envío un mensaje con el móvil, que desde algún otro lugar, con gratitud me responden.

La quietud me envuelve. Escucho atentamente, pero tan sólo se deja oír el eco de la silenciosa soledad.

¿Qué hacer? Cada camino narrará diferente historia. En cada senda hallaré desiguales regalos, variopintos disagrados. ¡¿Qué experiencia habré de elegir?!

¿Aferrarme al amor conocido u ondear mi bandera pirata? ¿Rebrotar … o trasplantar? ¿Ser polen a merced del viento o robusta arboleda?

Las decisiones del corazón también palpitan cual tic-tac.

¡¿Cómo latir y brillar sin aferrarse?! ¿Cómo alimentar la dicha, sin esperarla?

Consulto el reloj y me pregunto a qué me he comprometido. Tic-tac. Tic-tac.

¿Es acaso la hora de la verdad? Si fuera así, he de ser puntual, pues el destino se muestra severo con aquellos que llegan tatempera.

Trato de hacer balance, columpiado entre el aroma de ayer y los deseos del mañana. Y entre tanto vaivén, se desdibuja mi presente.

Las saetas, gota a gota, en este tiempo de agua, calan mi corazón. Y sin embargo, hierve con fuego mi pecho, a la espera de una visión.

Y allí fuera, prosigue ese circo de tres pistas, ¡impertérrito, incapaz de conmoverse, convulsionando caótico!, en aparente orden.

Asomado a la ventana contemplo un charco y en su espejo de vida se pierden mis pensamientos, como paradigmas de otro mundo. Y ensoñado ante el cristal, me hallo pendiente de un hilo cual marioneta del destino. ¡Fiel muñeco de noria, giro interpretando mi tragicomedia! Un caballito osado, me adelanta, salpicándome desde el charco. Goteando desde el reflejo de mi ensimismamiento, despierto nuevamente y hallándome plantado ante el ventanal del salón, aún veo escapar al corcel que se evapora en el olvido…

Observo los hilos que me aferran. ¡¿Qué mágicas tijeras los cortarán?! ¿Tijeras del despertar de un sueño, quizás?

Dirijo de nuevo, a las aguas mi mirada. En la superficie cristalina descubro la espectacular formación ¡de dos preciosas hadas! Contemplan su nacer y elevan a mis pupilas su hermosa mirada. Me examinan con tal penetración, que no puedo sino sentirme desnudo. Con su etérea sonrisa me alivian. Decididas, levantan el vuelo y revolotean veloces hacia mí. Estupefacto y tembloroso, procuro, sin enredarme en mis hilos de torpe marioneta, abrirles de par en par el acceso a la ventana.

Ambos cuerpos suspendidos ante mí, se enfrentan fugazmente a muerte. ¡¡Qué triste ver la belleza contra la belleza, en mortífera pugna!!

La perdedora se desvanece hecha cenizas, despidiéndose con una mueca desintegrada, cual ocaso inevitable. La otra, victoriosa, aún con respirar entrecortado, bate diestra sus alas, cual afiladas cuchillas que en precisos movimientos cortan las cadenas que a mi actual destino me cautivan.

¡Me hallo libre, con pleno movimiento y gran incertidumbre en el corazón! El hada me observa inquieta. Su fascinante magia y fortaleza asemejan de pronto un suspiro del ayer. Sus ojos casi llorosos esperan una réplica. Ella me habla y su voz resuena en la esencia de mí ser, más hermosa que el canto de los ángeles.

-Si tú lo quieres, tú serás mi duende. Si tú lo quieres, me haré humana para ti. Si tú lo quieres del lago brotará todo el amor.

Sus palabras me atraviesan alma, conmoviendo por completo mis células. «¿Pero quien soy yo?, me inquiero».

-¿Por qué me has liberado hermosa hada?

-Porque sólo tú puedes hacerme feliz.

-¿Por qué yo? ¿A caso nos conocemos?-le pregunté entonces y aún recuerdo cómo una lágrima se deslizó por su mejilla izquierda. Sí, todavía contemplo nítido su rostro, en mi frágil memoria.

-¿Ya lo has olvidado? Tú me diste la vida en el Gran Lago. De allí provengo. ¡Quiero que la memoria descienda sobre ti!
En un intento de rememorar, cerré los ojos. Vi entonces un charco, un corcel y un tío vivo. Un breve instante y al cabo el florecer de dos bellísimas hadas. Al abrir los ojos, una de ellas gravita aún ante mí.

-Si, ya recuerdo. Mi imaginación debió de ser tu aliento de vida.

-Amado Sirio, yo siempre he existido. Y en los tristes inviernos, cuando las nubes lloran, renace el Gran Lago en el que habito, a la espera de que al asomarte puedas verme. Y aquí y ahora, en ese crucial momento nos hallamos.

Sirio dejó de pensar. Contempló detenidamente aquel diminuto cuerpo de hada. Un aura azul lo envolvía. Su piel, cual purpurina luminosa, brillaba a tope y violácea. Las espectaculares alas traslúcidas, hipnotizaban con su indescriptible baile cromático. Y aquellos labios gruesos y bien perfilados, emanaban a la par sensualidad e inocencia. Sus ojos delataban la esencia del alma que conoce todos los secretos del amor, la premura del espíritu que habrá de desintegrarse si pronto no los ofrece.

El hada inhalo profundamente y escrutando en pupilas y corazón de Sirio, ante la mítica ventana preguntó:

-¿Me amas? ¿Me amas lo suficiente aquí y ahora?

-¿Qué he de hacer? Pregunté.

-Si quieres que te ame eternamente, si decides latir por mí hasta el fin de los días y las maravillosas noches, debes vibrar mi nombre y quierer mi forma y la tuya unidas en mágica cercanía.

-¿Cuál es pues ese nombre?

-No lo sé. Tú debes decidirlo y visualizarnos abrazados cantando ese mantra con el que flamarme. Sólo así, el amor auténtico nos inundará en plenitud infinita.

Una pausa eterna y acaece otra mirada mutua entre hombre y hada, que no sabría expresar con palabras y que por respeto a una privacidad tan sagrada, no intentaré.

Sus lágrimas cesaron de brotar y una maravillosa sonrisa emanó de su ser.

-Se acaba el tiempo amado Sirio. Debes rereuniónrlo o dejarme marchar. De lo contrario, no podré volver al Lago. Quedaré perjudicada para siempre…

Sirio comprendió que esa era la hora exacta de la verdad. No podía retardar la decisión.

«Ya soy anciano y confundo mis recuerdos con mis ensueños. No estoy seguro de cual de estas tres versiones aconteció realmente. Ruego me perdonéis y elijáis vosotros mism@s cual fue la que en verdad me sucedió. Escoged pues, un sefhirot del uno al tres “1º), 2º), 3º)”. Acaba tú, mi historia».

1º) Sirio comprendió entonces, como el soñador que emerge de sí mismo, que el sagrado lago tan sólo era un vulgar charco. Y aunque creía profundamente en la verdad de aquella hada, supo ahora que pronto regresaría la mujer de su vida. Y con ella, en aquel salón que tan a menudo lo arropaba, retornaría el maravilloso sabor de su acogedor hogar.

-¡Márchate, hermosa hada, encuentra otra ventana y sé feliz!

No hubo más palabras, pues ya nada quedaba por decir. El hada, tierna y ligera como una brizna de luz, revoloteo hasta la mejilla del hombre, la acarició y besó levemente. Acto seguido, voló rauda hasta un hermoso lago, no muy lejano. En él se zambulló y nunca volvió a asomarse.

Sirio, aquel hombre enamorado del amor, jamás tornó a ver a su hada. Sin embargo, feliz junto a su querida de carne y hueso, aún encuentra momentos para recordar, asomado a la ventana en los crudos días de invierno.

El hombre, envejecido ya por el paso del tiempo, nunca se arrepintió de su elección ante la hora del destino. Y su corazón es bendecido bajo el apachucho y la compañía de su verdadera querida. Sin embargo, aún hoy, en ocasiones se pregunta, si en algún charco frente a la ventana, le recuerda algún hada enamorada.

FIN PRIMERA VERSIÓN-.

2º) -Ahora se que soy digno de tener mi propia hada-, me dije.

Nada me liberó tanto como esta certeza. Por eso te amaré siempre, aun dejándote marchar. Tu magia ilumina el sendero que recorro. ¡Gracias Náyade! Así te flamaré hasta el fin de mis días. Prométeme que nunca te convertirás en humana para mí, pero me visitarás cada equinoccio de invierno ante ésta, nuestra ventana. Perderme en tu mirada será suficiente para complementar mi alma. El resto se lo reservo a mi fiel esposa. Esto es lo que puedo ofrecerte. ¡¿Es acaso suficiente?!

-Amado Sirio, el corazón de una sola hada genera más amor que el de un millón de humanas. Sin embargo, es infinitamente más frágil que el de éstas. Si me amas, hazme feliz, de lo contrario sóplame con tu olvido para que extinguirme pueda. Mi nombre y cierta esperanza me has entregado, ahora seré siempre tuya, aún cuando me rechaces.

Las recíprocas miradas que hubieron sido cálidas y hermosas, ahora se tornaron vidriosas.

-¡Dios mío, ¿qué hecho Náyade? ¿Podrás perdonarme?! ¿Podrás olvidarme?!

El hada, con el aura en brecha eterna, sangrante y cabizbaja, lentamente se desvaneció, cual suspiro que se suma al viento.

«Aún esta historia me ensombrece el alma y aunque no volveré a confesarlo, jamás podré borrarla de mi memoria.

FIN SEGUNDA VERSIÓN-.

3º) El hombre bajó los parpados y se dijo: «háblame corazón». Éste le contestó: abre tus ojos y con serenidad “descubre” a la belleza que te espera. Si entonces escuchas con nitidez su nombre, quédate por siempre con ella. De lo contrario, déjala marchar, sé tajante.

Obedecí. Me abrí a contemplar y allí estaba ella. El Hada de mirada más envolvente de lo que jamás soñara. Nuestras pupilas se besaron llenas de amor y júbilo y no hubo más duda.

-¡Náyade es tu nombre. Yo siempre lo supe! Al fin retorno a tu seno dulce y entrañable, -le dije.

Con un rápido giro de muñeca, mi destino en forma de hada, hizo aparecer sobre su delicada mano, una varita de plata. La coronaban dos triángulos superpuestos: uno con el vértice hacia la tierra, el otro dirigido al firmamento.

Me sentí emocionado, toda mi vida súbitamente cobraba sentido.

-Yo Náyade, debo preguntarte algo. ¿Prefieres, que me haga humana para ti o que te convierta en duende para mí? Piénsalo.

-¡Vaya!, no reunión palabras. ¿Puedes leer el quiero de mi corazón?

-Si, sí me abrazas y susurras mi nombre en mi oído, -le contestó el hada.

o comprendí, éramos un mismo corazón. La tomé en mis brazos y de pronto, la estancia se hallaba transformada en un vergel paradisíaco. Entre mariposas nupciales, nos fundimos en un apachucho sin principio ni fin, y plenamente absortos, le pronuncié el nombre más bonito del universo de las hadas. Lo que entonces allí ocurrió, viene alimentando mi feliz e indescriptible existencia. Fue la decisión más revolucionaria de mi vida y sin embargo, la más sencilla de cuantas he tomado.

FIN TERCERA VERSIÓN-.

COMENTARIO:

“Del Hombre y el Hada” versa sobre la complejidad del mundo del amor, las relaciones y el compromiso. Las tres elecciones que el poema ofrece, constituyen opciones arquetípicas, tales como comprometernos con el amor que tenemos, huir con un nuevo amor o bien, quedarse atrapados por la ambigüedad entre ambas orillas. Este cuento pues, refleja la eterna complejidad del mundo de las relaciones y por ende del sentimiento.

Si has seguido las instrucciones del relato, seleccionando un número para finalizarlo a tu modo, puedes considerar pues, que “te has echado el Tarot”, ya que has obtenido una interpretación del momento emocional en que quizá te halles.

En todo caso, espero hayas aprovechado su lectura y quita te haga reflexionar sobre en que punto de tu sentir te hallas.

En el Tarot, el lo que cuestiona este poema se muestra con la carta de los Enamorados, 6º arcano mayor.

Autor: Sirio Simó Calatayud